Mujeres y catástrofes, más que una pala y un chuzo

A fines de la semana pasada, me tocó compartir con la Ministra Pascual una visita a la Región de O’Higgins, para realizar una entrega de recursos económicos a 100 emprendedoras de Pumanque, Lolol, Navidad, Marchigüe y Paredones, cuyos negocios o fuentes de materias primas fueron destruidos por los incendios forestales ocurridos en el verano de este año.

Y la imagen de esa visita fue muy distinta a lo que muchos acostumbran a guardar en su retina, distinta a lo que la mayoría muestra o quiere ver, siguiendo los cánones que “venden”, o los patrones a los que estamos acostumbrados en nuestro país, cuando hablamos de los efectos de las cada vez más frecuentes catástrofes de la naturaleza: destrucción y desaliento, por cierto, pero también debilidad, llanto, brazos caídos que esperan a otros para levantarse.

Pero lo que ví en este recorrido fue distinto. Estuve y compartí con mujeres organizadas, resilientes, mujeres que no esperan “beneficios”, sino que exigen oportunidades. Me encontré con mujeres que contaron su drama “sin drama”, mujeres que rápidamente pasaron a la acción.

Mujeres empoderadas, que rompen ese estereotipo que se ha encapsulado en nuestra sociedad y que en muchas ocasiones resulta tan cómodo, porque es más fácil entregar soluciones tipo, que detenerse a escuchar para brindar respuestas que respondan a necesidades concretas y diversas.

En Chile, aún nos falta para que las mujeres seamos consideradas como sujetos de derecho. Hemos avanzado bastante, hoy contamos con una institucionalidad de género, fruto de años de trabajo del antiguo Servicio Nacional de la Mujer y de la lucha de muchas mujeres y sus organizaciones. Sin embargo, todavía existe mucho por hacer, pues en la realidad cotidiana, aún dependemos de que otras mujeres y algunos hombres, con un poco más de conciencia de las desigualdades de género, reaccionen ante distintas situaciones que las afectan, incluidas las de emergencia.

Ante situaciones de crisis, las mujeres nuevamente son altamente reconocidas en su capacidad para apoyar las tareas de cuidado, pero se les aparta de los procesos asociados a la toma de decisiones relevantes a la hora de, por ejemplo, planificar la reconstrucción de sus hogares o poblados. Acá es donde una vez más quedan en evidencia las desigualdades de género: otros deciden en materias que millones de mujeres jefas de hogar, deciden todos los días con total autonomía.

Y aquí es donde tenemos necesariamente que detenernos. Porque hay voces que aseguran que fenómenos y desastres naturales asociadas al cambio climático llegaron para quedarse, lo que no significa que ante futuras situaciones de emergencia, las mujeres deban ser relegadas a roles secundarios y carentes de incidencia.

La pérdida de viviendas y emprendimientos ya no debe ser visualizada bajo una condición de dependencia “de otro”, sino que por el contrario bajo la óptica de mujer trabajadora, emprendedora y/o jefa de hogar, que en tanto ciudadana con igualdad de derechos, sabe lo que quiere y necesita.

Por ello es clave seguir avanzando en incluir la mirada de género para la reconstrucción de viviendas, plazas y escuelas; para la reforestación y la recuperación de iniciativas productivas.

El programa “Mejorando Mi Negocio, Gestión, Fortalecimiento a Emprendedoras de zonas afectadas por el incendio en las Provincia de Colchagua y Cardenal Caro”, fue una experiencia exitosa en esa línea: acoger, contener y apoyar, pero también entregar herramientas que permitan a las mujeres desarrollar sus habilidades, más allá de un asistencialismo en serie, que no distingue realidades, contextos y necesidades diversas.

Y aunque Chile está avanzando, no es suficiente. Tenemos mucho terreno que equiparar, y la única forma de hacerlo es con mujeres empoderadas, concientes de sus derechos y dispuestas a luchar por ellos en todos los espacios sociales.

Tenemos la obligación de seguir desarrollando e impulsando sus liderazgos, para que sus voces sean escuchadas. La participación y la organización, la autonomía personal y económica, son la base para la igualdad de género.

Sólo así será posible para todas las mujeres, ser parte de las decisiones de su comunidad. Ese es el desafío, mujeres empoderadas, mujeres valientes, mujeres líderes que buscan y se toman los espacios de participación para incidir social y políticamente, de esa forma se construye, en donde todos somos responsables y protagonistas de nuestra cotidianidad.

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