Tenemos junto a nosotros heroínas y héroes anónimos. En nuestras propias casas. Pequeñas y pequeños luchadores, a veces bajitos o muy larguiruchos, a veces más robustos, muchas veces de bajo perfil y las más de las veces revolviéndolo todo con su energía y su creatividad, con sus afanes amorosos y también con sus rabietas.
Más allá de todas las complejidades derivadas por el “monstruo” del Coronavirus, que los ha dejado sin sus “castillos de juegos”, sus “estadios” en el barrio, sus “playas” de arena comunitaria y sus “pistas de carreras” en la calle, nuestros niños nos dan todos los días, fuerza, alegría y mucha esperanza, amplias sonrisas y la suficiente confianza en que todo esto pasará y que gracias a ellos es posible que lo que viene, sea mejor.
Estos pequeños héroes y heroínas son nuestros niños y niñas, nuestros adolescentes y nuestros jóvenes.
Desde hace más de tres meses todo lo que era la vida común se vino abajo y han debido renunciar a sus colegios, sus amigos y amigas, a sus salidas y entretenimientos, a su felicidad por el cuidado que debemos tener con quienes puedan contagiarse.
Y en momentos en que todo el país conmemora el Día del Niño, resulta más necesario que nunca agradecerles. Gracias por su generosidad en comprendernos a los adultos en nuestro estrés, en la ambigüedad e incertidumbre del caos económico, laboral, el desempleo y la inestabilidad.
Gracias por enfrentar sus miedos, aquellos que les provocamos todos los días con noticias de muertes, enfermos y un país en crisis.
Gracias por las tardes de cine en el living o en la cama, donde las películas de dibujos animados que han visto cientos de veces se vuelven estrenos cuando estamos con ellos abrazados o comiendo algo rico.
Gracias por sonreír aun cuando la pena inunda espacios y cuando la esperanza se ve todavía difusa.
Gracias porque aun cuando nos hemos topado con lo peor de la humanidad, con violencia contra mujeres, menosprecio a adultos mayores, desprolijidad y desprotección de sus derechos, niñas y niños nos siguen dando fe en la utopía de un país que se comprometa con su reconocimiento, el de sus derechos y la protección de éstos.
Feliz día… ¡Y gracias por seguir siendo niños!
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