Desde el 15 de mayo hasta el 14 de junio, el aumento en los casos de contagios en niños y niñas entre 0 y 9 años se triplicó. La información que hasta ahora disponemos es que el Covid-19 no les supone un riesgo a sus vidas. Pues bien, hasta ahora eso no lo sabemos.
Primera pregunta. En Chile, de 2.376.335 niños y niñas entre 0 y 9 años, tenemos 5.069 contagiados. ¿Cuántos de ellos han muerto producto del virus?, ¿ha aumentado la mortalidad infantil en ese tramo etario en comparación a otros años en mismo período?
La interrogante previa es de suma importancia, más aún cuando mundialmente se habla de un virus desconocido, al que se le ha tenido que hacer frente con ensayo y error ¿No sería esta una razón más que suficiente para poner atención?
Segunda pregunta. ¿Cuál es la razón por la cual la infancia no está representada en la Mesa Social? Respecto a esto, un artículo recientemente publicado en la revista británica The Lancet estima que la mortalidad infantil global podría aumentar significativamente por primera vez en 60 años debido a los efectos indirectos de la pandemia.
Y no sólo eso, de acuerdo con estimaciones del Banco Mundial y la Cepal, la crisis económica mundial llegará - en el mejor de los casos - hasta 2021. En términos prácticos esto provocará que millones de niños y niñas caerán o vivirán en la pobreza o pobreza extrema, todo esto con el consiguiente efecto negativo en sus vidas y en el desarrollo de los países ya ampliamente conocido.
Tercera pregunta. ¿No es esto un problema social y suficientemente complejo e importante para ser digno de ser analizado y mitigado a través de los mecanismos establecidos?
La invisibilización de la infancia en el manejo de esta crisis, queda de manifiesto cuando se logra un acuerdo para el establecimiento de un Plan de Emergencia para la protección de los ingresos de las familias, la reactivación económica y el empleo, en el cual solo se les nombra, para hacer mención a la protección al empleo a la que tendrán derecho los padres, madres y cuidadores de niños y niñas en edad pre-escolar, los cuales serán autorizados a hacer uso de sus propios ahorros para poder cuidar de sus hijos.
Lo anterior cierra para siempre la posibilidad de acceder a pos natal de emergencia, necesario y justo para miles de mujeres y cuidadores.
Cuarta pregunta. ¿Es posible pensar en un Chile justo para la infancia y sus familias si el costo lo siguen pagando mujeres y niños/as?
Quinta pregunta. ¿Cómo harán las madres? ¿Qué costo pagarán los niños/as?
Sexta y última pregunta. Debemos prepararnos para lo que se viene en la región más desigual del planeta, la crisis no solo significará un aumento en los niveles de pobreza sino que una gigantesca brecha en el desarrollo infantil y educacional, ¿nos estamos preparando para atenderla o ganará la indolencia?
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