En un país que ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de niñas, niños y adolescentes, el papel de los medios de comunicación es más crucial que nunca. No se trata solo de informar, sino de comprender su enorme capacidad para influir en la construcción de subjetividades, modelando cómo la sociedad percibe y trata a la niñez. En televisión, radio, prensa y redes sociales, cada palabra, imagen o encuadre puede abrir posibilidades o levantar barreras.
Por eso, el pasado 5 de agosto realizamos -junto con la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la seremi de Gobierno y la sede regional de la Defensoría de la Niñez- el primer seminario "Enfoque de Derechos de la Niñez y Periodismo". Buscamos que periodistas en ejercicio y en formación adquirieran herramientas para comunicar responsablemente y entendieran la relevancia de su rol como cogarantes de derechos.
Este texto busca abordar algunos elementos en torno a prácticas que son saludables en la prensa para generar condiciones más favorables para la garantía de derechos de niños, niñas y adolescentes.
"Nuestros niños son el futuro"
Una de las primeras tareas es revisar el lenguaje que usamos. Por ejemplo, diversas corrientes sugieren desterrar la noción de "menores" como sustantivo. Cabe preguntarse ¿menores que quién? Anclado en la doctrina de la minoridad, refleja una mirada adultocéntrica que reduce la niñez a un estado incompleto. Aunque se argumente que alude a "menores de edad", influye en cómo valoramos esta etapa.
Del mismo modo, discursos que hablan de la niñez en términos de propiedad, como el clásico "nuestros niños", avalan prácticas que pueden ser maltratantes. Bajo la lógica de posesión, se justifican acciones que no siempre cumplen estándares de derechos. Además, desplaza el foco hacia el adulto que "posee" y no hacia el niño como sujeto con autonomía progresiva. Las y los niños no son proyectos de persona ni futuros ciudadanos: lo son hoy, con derechos plenos y voz propia, que muchas veces no escuchamos. Su forma de entender el mundo es distinta a la adulta y requiere puentes comunicativos que reconozcan esa diferencia sin subestimarla. Abrir diálogos intergeneracionales es una gran oportunidad.
Cortafuegos de la vulneración
Medios y fuentes deben comprender que no todo debe comunicarse. Reservar información puede evitar nuevas vulneraciones. Un ejemplo se dio en casos denuncias sobre redes de explotación sexual. En ese contexto, algunos medios citaron residencias de niñas, exponiéndolas a otros explotadores. Este es un ejemplo del rol de los medios como cortafuegos y tener presente que es posible informar responsablemente sin dejar de condenar delitos graves como la explotación sexual o el maltrato.
En contextos electorales, algunas figuras difunden información para ganar visibilidad. Esto, sumado a la necesidad que tienen los portales web de generar visitas a sus notas, muchas veces genera titulares sensacionalistas y vulneradores, o notas que dan a conocer contenido sensible o que pone en peligro a las niñeces afectadas. Esto puede generar estigmatización, condena social y, en el peor de los casos, exponerles a otras personas interesadas en vulnerarles.
Qué dice la literatura
La Ley 21.430 sobre Garantías y Protección Integral de la Niñez recuerda que los medios, al igual que familias, Estado y comunidad, son cogarantes de derechos. Esto implica más que evitar prácticas que vulneren la dignidad infantil, como la exposición indebida o la revictimización: exige construir activamente narrativas que promuevan participación, igualdad y protección integral.
No es un gesto simbólico: las representaciones mediáticas impactan la agenda pública, las políticas y la tolerancia social hacia la violencia o exclusión. Autores como Sandra Massoni (2001) y Manfred Liebel (2007) muestran que la narrativa sobre la infancia puede ampliar o restringir su ciudadanía. A su vez, Marta Martínez y Santi Morales en su libro "Adultocentrismo ¿Qué piensan chicos y chicas?" (2024) advierten sobre "mandatos adultistas" que impregnan nuestras prácticas culturales, limitando la visión de la niñez como protagonista de su presente.
El aporte que pueden generar los medios en relación a cómo visualizamos la niñez se da en tres planos:
Asumir el rol de cogarantes de derechos no solo beneficia a la niñez: fortalece la democracia, amplía la inclusión y nos convierte en una sociedad más justa. Los medios, en su labor diaria, tienen en sus manos la posibilidad de transformar miradas y abrir horizontes. En el Chile de hoy, eso no es solo una oportunidad: es una responsabilidad impostergable.
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