Los nuevos actores tras la Antártica

En el mes de febrero observamos que nuevos actores están mostrando su abierto interés por el continente blanco. A las tradicionales potencias que, siendo integrantes originales del Tratado Antártico, tienen presencia hace décadas (Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia), los miembros clásicos sudamericanos (Chile, Argentina) y las nuevas potencias del siglo XXI (China, India, Brasil) se ha unido recientemente Irán, pero de manera confrontacional.

Cuando analizamos el régimen del Tratado Antártico podemos establecer que este garantizó el interés científico del continente por sobre la explotación (algo que genera dificultades con China y Rusia y su abierto interés por sus recursos naturales) pero por, sobre todo, paralizó las discusiones soberanas con respecto a ciertas zonas de reclamación, como la península, donde se concentran la mayor cantidad de bases. Sin embargo, países como Chile mantienen su Territorio Antártico hasta la actualidad, debido a que en la firma del tratado en 1959 hicieron la salvedad que no renunciaban a sus intereses soberanos en determinadas áreas del continente. Este equilibrio geopolítico se ha mantenido desde hace más de sesenta años. Pero entonces, ¿por qué genera ruido la presencia de Irán?

Desde el año pasado, este país había dado a conocer públicamente que su interés era instalar una base en la Antártica, pero con fines científicos y militares, siendo este último propósito el de mayor discusión, debido a que contraviene todos los acuerdos existentes sobre las actividades que se pueden realizar en esas latitudes. Unido a esto, se dio a conocer el 15 de febrero que el contraalmirante y comandante de la Armada de Irán, Shahram Irani, adujo que su país tenía "derechos de propiedad" en la Antártica y que ello le permitía operaciones militares y científicas, incluso dejando su bandera en el Polo Sur.

Automáticamente estas palabras generaron alarmas, ya que van en contra del Derecho Internacional y, por supuesto, de todo el complejo entramado existente en el Sistema del Tratado Antártico, en donde el rol de Chile ha sido muy importante en la mantención del continente para fines científicos y pacíficos desde las primeras reuniones en la década de los sesenta. Esto es un abierto desafío a los otros grandes actores involucrados, como Estados Unidos, en medio de la actual crisis geopolítica de proporciones de Medio Oriente, que incluye varios frentes abiertos como Israel y Hamas, los atentados a los barcos del Mar Rojo y las acciones estadounidenses-británicas en Yemen, en los cuales Irán siente la presión debido a su rol de potencia regional y nuclear.

Sin duda, estas declaraciones se encuentran enmarcadas dentro de ese mismo contexto, pero aumentando el espacio de controversia al incluir al continente antártico, pues este espacio austral es muy relevante para el futuro, no solo por constituir la reserva de agua dulce más grande del planeta, también por la capacidad de sus cielos para la observación astronómica e inclusive para estaciones terrestres de respaldo en el monitoreo de satélites, donde China ha invertido en el último tiempo.

Esto nos demuestra que el continente blanco debe ser una preocupación para Chile, pues no solo forma parte del Tratado Antártico desde 1959, sino que también es miembro pleno del sistema y siempre ha buscado proteger sus recursos naturales. Por ello, causa extrañeza que no exista mayor preocupación en torno a las declaraciones iraníes, especialmente, las relacionadas con la defensa de la posición chilena sobre la Antártica como un continente de paz y ciencia para las futuras generaciones.

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