Nord Stream 2: notables alcances geopolíticos, en una gran victoria estratégica para Europa

El viernes 10 de septiembre de 2021, a las 08:45 hora local de Moscú (05:45 GMT), finalizó la construcción del gasoducto Nord Stream 2, que unirá a la Federación de Rusia y la República Federal de Alemania con dos tuberías de 1.234 kilómetros, a través del fondo del Mar Báltico, las que transportarán gas natural ruso desde el puerto de Ust-Luga, en la provincia rusa de Leningrado, hasta la ciudad alemana de Greifswald.

Culminó así una colosal obra de infraestructura para la economía, la paz y la vida europeas, y regionales, iniciada en septiembre de 2018 a cargo de la empresa gasífera rusa Gazprom, y que atraviesa zonas económicas y aguas territoriales de Dinamarca, Finlandia y Suecia.

Las primeras entregas de gas ruso, por este nuevo gasoducto, se programan para fines de este 2021, pudiendo ser de 5.600.000.000 metros cúbicos, del total de 55.000.000.000 de metros cúbicos proyectados para llegar anualmente a Europa, quedando así ya operativo.

Se trata de un proyecto que tendrá ingentes beneficios al tratarse de una ruta más corta, más ecológica, más económica y más segura energéticamente, con menores costos para los consumidores europeos, que a la vez recibirán el gas más limpio del mundo.

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En síntesis, duplicará el suministro de gas natural desde la Federación de Rusia hacia la República Federal de Alemania, y a la vez permitirá, subsecuentemente, aumentar las capacidades de entrega de Nord Stream 1 para Europa.

Gazprom creó para este objetivo estratégico la firma Nord Stream AG, con inversiones y participación de empresas europeas, como la francesa ENGIE, la austríaca OMV, la anglo-holandesa Shell y las alemanas Uniper y Wintershall Dea, con impecable e inteligente gestión comercial, insertos ya plenamente en este siglo XXI.

En el fondo del Mar Báltico se desarrollaron desafiantes labores ingenieriles y tecnológicas, de cálculos, de estaciones de compresión, de innovación, de modernas y nuevas tuberías, de precisión y de prospección, comandadas desde las superficies marítimas a través de unas enormes embarcaciones ad hoc, adaptadas especialmente.

En la superficie terrestre, en la arena política-internacional, no faltaron los intentos para obstaculizarlas, hechos por los de siempre -ergo, los norteamericanos estadounidenses, en sus administraciones republicana y demócrata-, irrespetando los asuntos internos, la independencia y la soberanía de un principal país europeo y con amenazas, medidas coercitivas unilaterales y sanciones reiteradas aplicadas en contra de la Federación de Rusia, sus autoridades, ciudadanos, empresas e instituciones.

Además, 18 empresas europeas, bajo amenazas de sanciones, optaron por retirarse del emprendimiento -entre ellas la empresa suiza Allseas- y/o no participar. Sin embargo, la Asociación de Empresas Europeas (AEB), a través de uno de sus directores ejecutivos, Tazdio Schilling, el 2 de septiembre de 2021 cuestionaba las sanciones de los Estados Unidos, señalando que "en lo que respecta al proyecto Nord Stream 2... rechazamos la aplicación extraterritorial de sanciones", ya que Europa debe decidir por su cuenta sobre su estrategia de seguridad energética. Y agregó: "consideramos que los proyectos económicos no deberían ser sancionados por terceros países".

Y, en un franco ridículo y una testarudez internacionales, al constatar fracaso total en la posibilidad de detener los trabajos conducentes a la culminación de la construcción del gasoducto Nord Stream 2, Joseph Biden manifestó que "los buenos amigos pueden estar en desacuerdo (...) y aunque reiteré mis preocupaciones sobre el Nord Stream 2, la canciller Merkel y yo estamos absolutamente unidos en nuestra convicción de que no se debe permitir que Rusia use la energía como arma para coaccionar o amenazar a sus vecinos".

Lo hizo en ocasión de conferencia de prensa conjunta con Angela Merkel, en la Casa Blanca, el jueves 15 de julio de 2021. Y reiteró que "no tenía sentido" imponer sanciones contra el Nord Stream 2, ya que el gasoducto estaba casi completado, en otro desatino diplomático.

Pero, ya en contexto de una deriva peligrosa y recurrente de la administración del inestable y muy vacilante presidente estadounidense, en la esfera de su política exterior, su secretario del Departamento de Estado, Anthony Blinken, anunció el 20 de agosto de 2021 ¡nuevas sanciones contra la Federación de Rusia!, en relación al gasoducto Nord Stream 2, afectando ahora a una embarcación y a dos ciudadanos rusos vinculados a la construcción del proyecto.

Las grandes excusas para oponerse a la construcción de Nord Stream 2 han sido aquellos inveterados prejuicios ruso-fóbicos, de estadounidenses y algunos europeos, sobre una eventual dependencia energética que generaría la provisión de gas ruso, más aún con riesgos de un posible chantaje en su continuado aprovisionamiento, por razones de disputas políticas. También previenen sobre la indefensión y marginación en que quedaría Ucrania, al no ser ya imprescindible el paso por su territorio del gas ruso, por actuales existentes gasoductos, pero la Federación de Rusia ha asegurado ese aprovisionamiento-territorial hasta el 2024.

Se trata de dos lugares comunes, "lenguajes de moda", propagandísticos, sin ningún asidero.

En suma, la concreción del gasoducto Nord Stream 2, en la perspectiva de la edificación de un mundo multipolar, tiene notables alcances geopolíticos, conducentes a una correlación de fuerzas de nuevo tipo, en la arena internacional, con primacía de la búsqueda legítima de la mejor y real defensa de los asuntos internos, la independencia, los intereses nacionales y la soberanía de los países europeos, es decir, aquellos miembros de la actual Unión Europea.

Pero ésta no realiza lo esencial, necesario y suficiente para hacer entender a los Estados Unidos de Norteamérica, que las miradas diferentes para sus respectivas inserciones internacionales, y sus relaciones bilaterales con la Federación de Rusia, son totalmente legítimas y muy necesarias, y no pueden ser ignoradas e irrespetadas, con amenazas y/o imposiciones. O por esa común pertenencia a una OTAN, en franca obsolescencia, y sin ya justificación, en esta tercera década del siglo XXI. Y, sobre todo, práctica y principalmente orientada solo a frenar una majadera y supuesta "amenaza rusa", en la arena internacional.

Todo sí se trata de otra derrota de la arrogante y pretendida hegemonía norteamericana de EE.UU. Por su parte, al igual que durante la URSS, la Federación de Rusia seguirá siendo un Estado confiable y cumplidor en compromisos comerciales con sus socios europeos, en particular, y en la especie con el aprovisionamiento oportuno y seguro del gas ruso.

En entrevista el 23 de agosto de 2021, Serguéi V. Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, lo sintetizó bien, señalando que Moscú consideraba la construcción del gasoducto como un "proyecto comercial y mutuamente beneficioso". Y reflexionó que "sería más correcto, en nuestra opinión, hablar de dependencia mutua positiva, ya que Rusia también está interesada en que los europeos compren sus productos, en este caso, los recursos energéticos".

Más aún, el 20 de mayo de 2021, Waldemar Herdt (AfD), miembro del Comité de Asuntos Exteriores (Auswärtiger Ausschuss) del Bundestag, expresaba aleccionadoras declaraciones: "se trata de una negociación política, y hoy finalmente escuchamos que nuestra narrativa alemana fue aceptada en Washington (...) la presión sobre Alemania no tiene sentido, el Nord Stream 2 se completará, no tenemos alternativa, los alemanes trabajarán con los rusos. Alemania pudo defender sus intereses nacionales; esta es mi opinión, la primera vez en la posguerra, en que Berlín pudo, aunque no completamente, defenderse y defender con éxito los intereses de su propia gente, mostrar que es un Estado soberano". Afirmó sí, que Berlín está "lejos de ser un socio igualitario" de Washington.

Además precisó: "ahora estamos viendo el primer brote de la nueva soberanía alemana (...) el Nord Stream 2 no es un capricho, es necesario para la economía alemana. Es más barato, más ecológico, más práctico que todas las demás opciones de suministro de energía". No existe ningún tipo de argumentos en contra del proyecto, concluyó, "salvo las instrucciones arbitrarias de Washington: ¡haz lo que te dicen!".

Por tanto, contar con más gas natural ruso, consolidado a partir del funcionamiento efectivo del gasoducto Nord Stream 2, desde fines de 2021, con un desenvolvimiento cardinal de la República Federal de Alemania, a pesar de conducta zigzagueante de la República Francesa, se convertiría así, dialécticamente, en una gran victoria estratégica para Europa, logrando fortalecer sus legítimas decisiones soberanas.

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