Perú y la paradoja de votar por el menos malo

De acuerdo a lo esperado la elección presidencial en Perú tendrá segunda vuelta. Según los datos entregados hasta el momento que escribo esta columna (93.61% de la actas procesadas) Keiko Fujimori con más del 39% o 5.6 millones de votos y PPK con 21.1% o 3 millones de votos buscarán el sillón presidencial dentro de poco más de un mes.  Antes de esbozar cualquier análisis de los resultados cabe destacar que el ausentismo rondó el 17%, además  11.7% votó en blanco y 4.8% anuló. Dato que caracteriza un proceso con niveles de debate precarios y gran abundancia de candidatos y listas.

Empieza un nuevo escenario que estará marcado por la lucha por el voto aprista, de izquierda y de los descontentos. Es la cuarta elección consecutiva que se resuelve en segunda vuelta con una importancia central del anti voto y una sensación general de votar por el “menos malo” pero esta vez eso puede beneficiar a Keiko.

Todo no empezó, pero se cristalizó, con su papá cuando en el año 1990 pasó de tener el 29% de los votos en primera vuelta al 62% en una campaña marcada por el voto anti-Vargas LLosa.  En 1995 Fujimori ganó en primera vuelta, y en el 2000 Toledo pidió que la gente vicie el voto en segunda vuelta debido a las debilidades del sistema electoral.

Fujimori volvió a ganar.

En el 2006 Alan García  ganó en segunda vuelta sumando un vasto número de votos anti-Ollanta que fue demonizado como la representación de la extrema izquierda. Finalmente en el 2011 Ollanta Humala ganó en segunda vuelta sumando más de 20 puntos porcentuales apoyado por el voto anti-Keiko.

La información anterior demuestra la volatilidad de un electorado que en un mes define opción presidencial sin mediar cambios en planes de gobierno, nuevas alianzas o señales mínimas de concertación.

También evidencia la importancia de las campañas comunicacionales que instalan temores, amenazas y preocupaciones respecto principalmente a aquellos candidatos vinculados con programas reformistas o de izquierda. Para muestra están las campañas de desinformación contra Verónica Mendoza de las últimas semanas.

¿Qué viene? Difícil de saber. Keiko tiene un voto duro de un tercio de los electores y un voto de rechazo de la mitad.  Si la tendencia se confirma estaría prácticamente alcanzando su techo, es decir entre 40% en la primera vuelta y difícilmente subirá sustantivamente. 

Pero PPK tiene una tarea aún más difícil, el electorado de izquierda puede elegirlo como el menos malo, como lo viene haciendo hace casi dos décadas pero también puede decidir votar nulo o blanco debido a las heridas que han quedado del debate electoral. El Apra, o mejor dicho Alan García, o negocia espacios de poder con Keiko o directamente no se pronuncia, su propia sobrevivencia está en juego. Todo el resto tiene cero capacidad real de endose.

Así PPK que tuvo una campaña accidentada, no exenta de errores  y con votación mínima en regiones importantes del país, deberá plantear una estrategia atrevida, creativa e incluso riesgosa.  De otra forma pasará rápidamente al olvido.

A pesar que muchos votarán por el menos malo parece que con eso no bastará para derrotar a Fujimori. La decisión está en manos de PPK y su equipo, que sin sectarismo o hiper ideologización tendrá que sumar voluntades para ganar, pero también para gobernar con un congreso que está prácticamente dominado por el fujimorismo que no dudará en boicotear todas y cada una de las iniciativas que no concuerden con su objetivo principal: ganar de nuevo la presidencia de la República.

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