En el ejercicio del actual gobierno, se ha transformado en una costumbre que ciudadanos extranjeros de paso por nuestro país, la comunidad judía establecida y organizada en Chile, así como su representante diplomático residente, y otros, realicen emplazamientos al Presidente Boric en política exterior, ya sea en cuanto a sus acciones, decisiones, dichos, gestiones y/u orientaciones concretas, en específicas temáticas bilaterales o multilaterales.
Me referiré al caso más reciente, dimanante de la conocida activista cubana Rosa María Payá en su última visita a nuestro país, en la segunda quincena de junio de 2024, dentro de su amplio periplo regional que desarrolla, desde hace algunos años con regular frecuencia, viniendo de su lugar de residencia norteamericana en Miami. Y acá consigue ser entrevistada por distintos medios de comunicación e, incluso, con posterioridad a sus asiduas visitas, esos mismos medios u otros editorializan sobre sus declaraciones y dichos.
Esta joven ciudadana extranjera es hija única de un fallecido opositor cubano, Oswaldo José Payá Sardiñas, quien -residiendo siempre en su país- tuvo una trágica muerte en un accidente de tránsito producido por el automóvil en que se trasladaba, por una carretera en la provincia cubana de Granma, con un ciudadano español al volante, el que contaba ya con muchas faltas e incumplimientos de leyes y normas pertinentes en su propio país, y que había sido multado en más de 40 ocasiones desde 2009, y ya sin vigencia de su carné de conducir, antes de ese funesto domingo 22 de julio 2012. Fatal decisión dejarse conducir por contumaz infractor temerario.
Dado lo anterior, sería dable comprender y entender -humanamente- los énfasis y la gran inquina de esta activista cubana en sus puntos de vista relativos a la Revolución Cubana y a sus dirigentes y sobre las actuales realidades de su país de nacimiento, debiendo sí siempre considerarse y tenerse muy presente que ella ya es una persona totalmente integrada en la sociedad civil estadounidense, y apoyada y financiada, subsecuentemente, en todo su muy constante activismo viajero, por parte de algunas conocidas organizaciones anticubanas que ella impulsa e integra, desde Miami, más otras ciudades norteamericanas y Washington D.C.
Pero, no es posible avalar ni tolerar su injerencia en nuestros asuntos internos referidos a las decisiones, orientaciones y relaciones bilaterales, independientes y soberanas, en materia internacional, formuladas para la política exterior chilena, resultantes de una atribución exclusiva constitucional de nuestro Presidente de la República, y ejecutadas y puestas en práctica por el Ministerio de Relaciones Exteriores y nuestras misiones y representaciones diplomáticas en el exterior.
Chile y la República de Cuba tienen actualmente relaciones diplomáticas y consulares, con misiones a cargo de embajadoras, ambas con experiencia internacional, política y profesional, para avanzar y mantener un desarrollo bilateral de beneficio mutuo y con respeto recíproco. Y, por cierto, sin injerencia en los respectivos asuntos internos, ni aceptando intromisiones y/o perturbaciones por parte de conocidos terceros Estados y/o de ciudadanos individuales dedicados al activismo desestabilizador, crítico hacia el Presidente en el caso chileno y contrarrevolucionario en el caso cubano.
Por ello, no son aceptables los cuestionamientos y los emplazamientos de esta activista al Presidente de la República, cuando ha declarado, estando en Santiago, que "el compromiso con los derechos humanos que el Presidente Boric dice tener no será real hasta que no esté dispuesto a reconocer la verdad, condenar la dictadura cubana y apoyar los derechos humanos y la democracia también en Cuba". Y se atreve y aventura más, al esperar que "el gobierno de Gabriel Boric (...) podría iniciar acciones bilaterales y usar las herramientas del sistema interamericano para frenar la impunidad de la dictadura".
Los cambios en la realidad cubana, impulsados y reconocidos como necesarios por sus altas autoridades gubernamentales, los Consejos de Estado y de Ministros, la Asamblea Nacional del Poder Popular y dirigentes del PCC, en distintas esferas de políticas públicas, como la estabilidad de la macroeconomía, junto con el combate al burocratismo y al ineficiente control que se realiza desde el sistema institucional, solo deben realizarse a partir de la soberanía de su propio pueblo, residente en la isla de Cuba, y en acuerdo a sus legislaciones actualizadas y a su nueva Constitución.
El crudo diagnóstico de la situación socio-económica de la República de Cuba fue analizado y evaluado en la más reciente reunión del Consejo de Ministros, realizada en La Habana, a fines de junio de 2024, con asistencia del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez y dirigida por el primer ministro Manuel Marrero Cruz.
Las complejidades económicas fueron abordadas sin eufemismos y con total transparencia, ya que, justamente, afectan no solo la estabilidad macroeconómica, sino que la vida misma del conjunto de la sociedad cubana. Ejemplos de lo anterior, entre múltiples temas, fueron detallados por Díaz-Canel: Los atrasos registrados en los últimos meses en la entrega de la canasta familiar normada; la inestabilidad en el sistema eléctrico; la inadecuada relación que a veces se establece entre el sector estatal y no estatal, así como el incremento de los precios de manera desmedida, lo cual no siempre es producto de la oferta y la demanda, sino que es resultado de una abierta especulación, como otra tendencia negativa.
Por tanto, antes que emplazar al Presidente de la República, esta activista cubana debiera denunciar, en sus constantes viajes, al bloqueo recrudecido que sufre su país, y que ya ni siquiera lo menciona en sus declaraciones, sin ninguna preocupación ni sensibilidad por las dramáticas consecuencias cotidianas que produce en la vida del pueblo cubano, afectando la satisfacción de sus necesidades básicas, y más aún, al aumentarse considerablemente las llamadas sanciones -medidas coercitivas unilaterales- adoptadas e impuestas durante la administración del expresidente Trump y no alteradas, anuladas y/o modificadas, en lo esencial y vital de sus repercusiones lacerantes en lo humano, por el presidente Biden.
El Presidente Gabriel Boric Font tiene una actitud muy consciente, y distinta a la activista cubana, al respecto. Basta recordar que el día 2 de noviembre de 2023, por trigésima primera vez, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una nueva Resolución, la A/78/L.5, titulada "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba", por 187 votos a favor -Chile entre ellos-, dos en contra y una abstención.
La política exterior chilena, durante este gobierno, ha conllevado diversas curiosidades y desprolijidades; designaciones y nombramientos desacertados, con atinados y prudentes comunicados críticos, en cada ocasión, de la Asociación de Diplomáticos de Carrera (ADICA); algunos análisis con uso de categorías conceptuales y datos específicos erróneos, sobre las relaciones internacionales -incluso por parte de S.E. el Presidente de la República, tanto en sus intervenciones internas como en el exterior-, y con rechazo de algunas colaboraciones profesionales especializadas, leales y oportunas, por parte del ejecutor Ministerio de Relaciones Exteriores y su actual ministro, siempre sonriente, a pesar de sus yerros, con situaciones anómalas acaecidas, y sus disminuidos y malos desempeños comunicacionales públicos.
Pero, estas críticas necesarias, basadas en un seguimiento riguroso, no deben confundirse con la inaceptable actitud de hacer emplazamientos por parte de activistas extranjeros, con visita permitida a nuestro país, como la referida Rosa María Payá Acevedo: Su intromisión debe ser rechazada completamente, sin ambigüedades al respecto, no cohonestar y no tener confusiones ni vacilaciones. Ni menos, aceptar la posible afectación de las normales relaciones bilaterales chileno-cubanas, como un objetivo buscado, pero no declarado que, debe alertarnos sobre la ninguna ingenuidad a tener, ante esta señalada intromisión recurrente.
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