La imparcialidad no significa indulgencia

Hace una semana, en Francia una persona de 39 años dejó a su hijo de 9 que sobrevivió abandonado durante 2 años, una vez descubierto el hecho, tuvo que enfrentar a la justicia y fue condenada a 18 meses que se redujeron a 6 con la obligación de usar tobillera electrónica. El niño sobrevivió, pero ante la irresponsabilidad de quien debía protegerlo la Justicia actuó con indulgencia.

Es una resolución judicial discutible, situación similar pasa en Chile, en delitos vinculados con las redes del crimen organizado o en graves atentados contra la probidad que concluyen con los imputados de regreso en las calles o cómodamente en sus domicilios la actitud de la autoridad judicial resulta inexplicable.

Sea por el narcotráfico, estafas piramidales, saqueo de arcas municipales o fraude al Fisco, la labor del Ministerio Público, de Carabineros e Investigaciones resulta afectada por resoluciones indebidas que dañan a la institucionalidad democrática en su conjunto, porque la ciudadanía cree que todas las reparticiones son iguales y que la "mano blanda" pasa por la concomitancia de los políticos con el crimen y el delito.

Hay casos simbólicos, el más reciente es la ex alcaldesa de Maipú que "saca pica" desde sus aposentos privados disfrutando de un "arresto domiciliario" que a todas luces es un trato privilegiado e incita a que otras personas caigan en el delito. Una conducta en que defraudar los recursos públicos parece un juego que se permite a los miembros de la élite con apellidos de "alta connotación".

También, hay estafadores y asaltantes que son capturados con las "manos en la masa" y no demoran mucho en estar de nuevo robando en los mismos sitios donde fueron detenidos, ante la perplejidad de comerciantes y vecinos que se sienten burlados.

En la actualidad creció el número de actores en la política que denigran con su conducta el régimen democrático, cuya fortaleza principal debiese ser una potente legitimidad basada en el respeto y aprecio de la ciudadanía. Hay que reconocer que hay prácticas políticas que simplemente dan vergüenza.

En democracia impera la división de poderes, esquemáticamente, el Poder Ejecutivo gobierna y dirige el Estado, el Legislativo aprueba, modifica o rechaza los proyectos de ley y el Judicial dicta las resoluciones que hacen "justicia". Ahora bien, dichos poderes del Estado están entrelazados e interactúan en la tarea de asegurar el bien común, no son estancos herméticos y deben complementarse en el objetivo ya señalado, salvaguardar la estabilidad institucional y el interés nacional fortaleciendo el régimen democrático.

Por eso, fue deplorable cuando la Justicia, bajo la dictadura, negaba los habeas corpus presentados por las familias tratando que la detención de sus seres queridos fuera reconocida y que no pasaran a la condición de detenidos desaparecidos perdiéndose su huella para siempre.

Tan deleznable posición tuvo su máximo horror cuando un Presidente de la Corte Suprema declaró que los detenidos desaparecidos lo tenían "curco", esa complicidad con los crímenes de lesa humanidad dañó profundamente al país en su conjunto.

Así también, un Parlamento cuya acción daña su legitimidad y cae en la política espectáculo, aunque no lo quiera, afecta la marcha de la nación. Por otra parte, un gobierno debe actuar con la autoridad que le corresponde, sin caer en la violacion de Derechos ante una protesta de quienes piensan distinto, como tristemente ha pasado muchas veces, así tampoco se ayuda al devenir social.

En suma, la democracia se construye entre todos y todas, con la participación de la ciudadanía, las organizaciones sociales y las fuerzas políticas. En su ideario de paz, justicia y libertad, el Poder Judicial ocupa un lugar institucionalmente insustituible.

En consecuencia, la acción de la Justicia es clave. Los jueces deben ser respetados y ellos deben saber ganarse ese respeto que, por cierto, no se logra con autoritarismo. Ese es el gran desafío. En medio de una evolución nacional compleja, en que el régimen democrático se ha debilitado, como en otros países ante la crítica ciudadana, el ejercicio de la Justicia es verdaderamente crucial.

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