En el más reciente capítulo del ninguneo al sector forestal, a principios de mes se aprobó el nuevo Plan de Adaptación al Cambio Climático del Sector Silvoagropecuario 2024-2028. Es el primer plan aprobado al alero de la ley marco de Cambio Climático promulgada en 2022. ¿Por qué este plan constituye un ninguneo al sector forestal?
El plan contiene 12 medidas de adaptación, y de ellas solo dos hacen referencia al sector forestal (medidas N° 5 y N° 9). Esto ya refleja una subrepresentación de uno de los sectores de la economía más relevantes para enfrentar el cambio climático.
La medida N° 5 busca promover la conservación y restauración de ecosistemas naturales que sostienen a los sistemas productivos silvoagropecuarios. Esta medida, a su vez, propone un conjunto de acciones, entre ellas promover la conexión de áreas boscosas fragmentadas; la forestación con especies nativas en zonas con suelos degradados y/o condiciones agroclimáticas que las hacen menos apropiadas para la producción agropecuaria e iniciar procesos de restauración de ecosistemas con especies nativas, contribuyendo a la protección y conservación de los recursos hídricos, y a la disminución del riesgo de incendios.
La segunda medida relacionada con el sector forestal es la N° 9, que considera la incorporación de acciones adaptativas para reducir el riesgo de incendios forestales. En ella la principal acción es ejecutar programas de silvicultura preventiva para reducir el riesgo de incendios de incendios.
Resulta curioso, aunque no sorprendente, constatar que la dimensión productiva de la actividad forestal está ausente del nuevo plan de adaptación. Se omite la situación de pequeños y medianos propietarios forestales con producciones madereras de baja o mediana escala y no se observa una preocupación por el impacto del cambio climático sobre su productividad. Con esta omisión marginan a más de 23 mil propietarios de plantaciones forestales que poseen cerca del 40% de la superficie plantada. No hay medidas de adaptación para ellos. Respecto de los propietarios de bosque nativo, más de 200 mil según el más reciente catastro de Conaf, tampoco se observan medidas para incrementar su productividad que sean distintas de los programas ya existentes en la ley 20.283 y que muestran resultados muy deficientes.
Solo se habla de conservar y restaurar, pero no de producir. Afirman que la conservación de los ecosistemas naturales permitirá "sostener" los sistemas productivos, sin detallar a qué se refieren con ello. Probablemente se refieren a los denominados servicios ecosistémicos de soporte, lo que constituye una estrategia indirecta de adaptación. Probablemente lo más directo es todo lo contrario, la promoción del manejo forestal productivo de los ecosistemas naturales (entiéndase bosques nativos) permitirá conservar, proteger y finalmente "sostener" dichos ecosistemas. Si no tienen claro esto, todo el plan en su dimensión forestal amenaza ser un esfuerzo fútil.
La omisión dentro del plan de adaptación del segmento de pequeños y medianos propietarios de plantaciones forestales contrasta elocuentemente con la preeminencia que se le da a la agricultura familiar campesina. Esto evidencia una clara discriminación o "ninguneo" del sector forestal en el nuevo plan: La productividad agrícola del segmento campesino debe ser fortalecida, mientras que el segmento campesino forestal sólo es considerado si se trata de recursos forestales nativos y sólo para fines de protección y conservación.
Esta posición es coherente con lo que las actuales autoridades han transmitido durante sus dos años y medio de gobierno: En materia forestal no reconocen como suya la función de impulsar o promover la producción desde los bosques nativos, ni mucho menos desde los bosques plantados. Esta vendría a ser un tarea exclusiva del sector privado. Lo suyo es la restauración, aunque aquello signifique el abandono del campesino forestal como actor rural productivo. Esta es una visión, no vale la pena engañarse, absolutamente miope.
Lamentablemente, esta miopía atraviesa todo el ámbito forestal el plan de adaptación. Y no sólo es una mirada del Ministerio de Agricultura, también la evidencia el Ministerio de Economía, donde su máxima autoridad, el ministro Nicolás Grau, trata por todos los medios de convencernos de que el Estado no tiene la necesidad de subsidiar la forestación de suelos degradados de pequeños propietarios. Como lo señaló en un encuentro empresarial hace ya alguna semanas, "si los flujos futuros, menos los costos, dieran un resultado positivo, en estricto rigor, no se necesitaría un subsidio". Con ello, insiste en una "solución privada", desconociendo los beneficios de interés público capturados por toda la sociedad que genera la forestación, además de los compromisos internacionales, que no vamos a cumplir, o las variables de contexto (falta de seguridad y falta de acceso al crédito) que el ministro omite, porque no sabe, porque no entiende, o porque no le importa.
La realidad es que en Chile ya no se planta y cada vez se produce menos madera, elementos que cualquier entendido identificaría como cruciales dentro de un plan de adaptación. Y es lamentable constatar que el plan recientemente aprobado no resolverá este problema. Tampoco lo hará el ministro Grau.
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