Coescrita con Constanza Christian, maestra en Estudios Latinoamericanos UNAM e investigadora de Rimisp
Los pueblos indígenas que habitan los territorios rurales de América están cada vez más expuestos y afectados por la variabilidad climática y otras crisis, como la inestabilidad sociopolítica de la región. En este marco, sus sistemas alimentarios se ven afectados por múltiples impactos, provocando que en los últimos años las personas indígenas que enfrentan inseguridad alimentaria haya aumentado, no solo por las deficiencias nutricionales vinculadas a la carencia de alimentos, sino también por mayores tasas de obesidad. A su vez, las presiones que ejercen las altas tasas de pobreza, discriminación, violencia y marginación que viven los pueblos indígenas, también amenazan prácticas y saberes propios vinculados a sus sistemas alimentarios.
El vínculo de los pueblos indígenas con la naturaleza no es impermeable a su entorno sociopolítico, y aquello que producen, cazan o recolectan, y cómo se alimentan, tampoco. Para comprender estas tensiones que están enfrentando los sistemas alimentarios indígenas, Rimisp - Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural organizó en Yunguilla, Ecuador, el taller Transformación de los sistemas alimentarios: perspectivas de Pueblos y Naciones de las Américas. En este espacio de conversación participaron representantes de los pueblos asháninka, aymara, cayambe, cree, inuit, maya q'eqchi', metis, misak, náhuatl, nlaka'pamux y walostoquey, provenientes de 7 países, desde el norte de Canadá hasta el sur del Amazonas.
Los participantes conversaron de las características que definen sus sistemas alimentarios, quiénes participan, y sus particularidades culturales, económicas, políticas e incluso espirituales. También se habló de las potencialidades que sus sistemas tienen y cómo distintas estrategias les permiten enfrentar los desafíos contemporáneos antes descritos. Se identificaron diversas experiencias que están actualmente desarrollándose en sus territorios para proteger o valorizar sus sistemas alimentarios y, asimismo, cómo seguir apoyando estos esfuerzos desde las políticas públicas, la investigación-acción y distintas fuentes de financiamiento. Finalmente, entre todos los participantes se definieron lineamientos para construir una agenda de trabajo conjunto a nivel regional que apunte a la transformación sostenible de los sistemas alimentarios con los pueblos indígenas de América.
Las impresiones de este encuentro son múltiples y forman parte de una agenda de trabajo de largo aliento que acompañaremos en el tiempo. Por lo pronto, se pueden destacar tres conceptos que cruzaron las conversaciones y son puntos de encuentro entre pueblos y territorios muy diversos.
El primero es la diversidad. El valor de la heterogeneidad geográfica, idiomática y cultural se plasma también en lo que se produce y se come. Así, cuando las dietas se ven amenazadas, se pone en cuestión el rico entramado biocultural que habitan los pueblos indígenas. Al contrario, cuando la diversidad se afirma, hay fuerzas que permiten sobrepasar las presiones que los pueblos enfrentan.
El segundo es el de la comida entendida como medicina. Los sistemas alimentarios indígenas no solo proveen de alimentos a los territorios rurales de América, sino que también constituyen una nutrida farmacia, como se caracterizó en el evento, la que permite sostener cuerpos y sociedades sanas. Los pueblos del Amazonas no mueren de envenenamiento por mordeduras de serpientes, porque cada animal tiene su planta, y cada mal su remedio en el bosque o huerto. Además, si se come bien no se enferma, por eso, para los pueblos de América hay una correlación directa entre alimento y salud, y sistemas alimentarios fuertes y biodiversos les han permitido sostenerse durante milenios ante las más diversas crisis.
El tercer concepto es el tiempo. En una semilla hay cientos o miles de años de observación y experimentación. Hay un lenguaje, hay decisiones, vida. También hay comunicación y adaptación a través de la historia. De esta manera, todo cambio abrupto es una ruptura en ese ciclo, y sus consecuencias afectan no solamente a esa pequeña semilla, sino que todo el entorno que habilita su germinación y crecimiento, o bien los acuerdos que permiten la caza y aprovechamiento de un caribú en tierras septentrionales.
A partir de las conversaciones que se dieron en el encuentro, la diversidad, la comida como medicina y el tiempo son un cúmulo de riqueza y diálogo, y toda medida que se construya para apoyar la transformación de los sistemas alimentarios que incluya a los pueblos indígenas debería tomarlo en cuenta.
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