Con pocas horas de deferencia, pero con 13 mil kilómetros de distancia, dos mujeres han llamado la atención, en torno a la libertad de expresión y, sobre todo, a los límites que ella tiene que tener, en una sociedad democrática.
La Canciller Merkel, hablando ante el parlamento alemán, hizo una fuerte defensa a la libertad de todos para expresar sus ideas, solo que, sin ambages, fue clarísima en señalar que "hay libertad de expresión en nuestro país. A todos aquellos que dicen que no pueden expresar sus opiniones, les digo: si das tu opinión, debes asumir el hecho de que te pueden llevar la contraria. Expresar una opinión tiene sus costes. Pero la libertad de expresión tiene sus límites. Esos límites comienzan cuando se propaga el odio. Empiezan cuando la dignidad de otra persona es violada".
Es decir, la libertad, en este caso la de expresión, está limitada, por la necesidad de la sociedad para protegerse de quienes, en función de aquella, propagan el odio que, sin lugar a dudas, violan la dignidad de otras personas.
Es muy importante recordar ese principio esencial, en un período de alta convulsión, en nuestro país, dado que han florecido algunas expresiones que apuntan, precisamente, a afectar la dignidad de muchos.
Uno de estos casos es el negacionismo, penado con cárcel en Alemania y, no legislado como delito en Chile, por la oposición que ha habido en el parlamento, por parte de la derecha.
Fue precisamente aquello lo que alentó a una conductora de un matinal, en nuestra televisión, a expulsar del set a un eterno negacionista, el abogado de quien disparó en Reñaca contra jóvenes manifestantes, Hermógenes Pérez de Arce, que señaló, como siempre ha hecho, que en Chile no ha habido violaciones a los Derechos Humanos, en los 45 días de movilizaciones.
No es de extrañar, aún, pese a la evidencia, reconocida casi unánimemente, que estos derechos, tampoco fueron violados en los 17 años de dictadura.
En Alemania estaría sometido a la legislación vigente sobre la materia, aquí, se pasea por los canales de televisión, casi como “rockstar”.
Uno de los elementos centrales de la protesta masiva, tiene que ver con la desigualdad, que se expresa en todos los planos de nuestras relaciones sociales. En los salarios, las pensiones, las oportunidades. Pero también en el tratamiento que se le da, en los medios de comunicación, a las diferentes expresiones.
Más allá de la absoluta concentración de los medios, que tampoco sería posible en Alemania, ni en ninguna democracia más desarrollada, la permisividad, que se tiene con los extremistas de derecha resulta, como otros factores, un gran colaborador de la ira que siente buena parte de la población.
Así, desde el Mall, se tratará a los que protestan, con toda legitimidad, de “rotos” y, en los canales de televisión, los millones que marchan, a favor de una vida más digna, serán tratados de “delincuentes” o “violentistas”, para asimilarlos a ínfimas minorías, que actúan al margen, no solo de la protesta, sino de la ley.
Ello no ocurre solo ahora, sino siempre pero que, en este período, la incapacidad del gobierno, para aislarlos , reprimirlos con las armas del derecho y llevarlos a los tribunales, sirve al gobierno y a los extremistas de derecha, para intentar criminalizar una propuesta masiva y legítima, que solo tiene visos de permanecer, por la incapacidad, política del gobierno, para avanzar rápido en respuesta a las demandas completamente justas y, asumir la tarea de resguardar el orden público, que es una función privativa de la administración.
Dos mujeres, a mucha distancia, afirman una conducta que nos debiera acompañar de manera permanente: libertad de expresión, siempre, atentados a la dignidad de las personas, NUNCA.
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