Bachelet. Estratégica, otra vez

Por: Hernán García y José Orellana

En reciente entrevista a la politóloga Javiera Arce en el diario La Segunda1, se colige claramente que no es cosa buena que Michelle Bachelet se presente a una nueva aventura electoral, dado que ella en sí misma, reconociéndole toda su trayectoria y potencial electoral, no alcanzaría a dar la cobertura necesaria para tener el éxito que se espera, siendo la combinación entre elitización partidaria de la política y la ausencia de un proyecto político comprensivo de la realidad, proveniente desde la izquierda, particularmente, el fundamento de su afirmación. También tiene palabras críticas para el actual gobierno, respecto de una parte de su coalición política, representado en el actual Frente Amplio.

Interesa de estas afirmaciones vertidas por la colega (entre otras), la idea de la ausencia del proyecto político de desarrollo nacional (no lo dice de esa forma, pero lo interpretamos así), sobre el cual debieran transitar los partidos políticos en general y los de centro izquierda en particular, también una sociedad civil (espacio estratégico, en marcos democráticos). Indica que, en parte, ello cristaliza desde el momento que se recupera la democracia en los 90', vaciándose de sentidos el hacer político estratégico, reduciéndose sólo a la dimensión electoral y de poder del sistema de partidos.

Desde esa hipótesis, en nuestra opinión, pudiéndose aceptar la misma como guía de trabajo académico y político, obliga entonces buscar complementos viables para enfrentar la próxima elección y que, al decidirse, Michelle Bachelet para asumir la responsabilidad, el desempeño electoral del sector debiese lograr como sustrato, un proyecto político con respuestas a las demandas presentes y a las de largo aliento, presentándolo a la ciudadanía como el resultado colectivo de las futuras senadurías, diputaciones y presidencia.

Obliga entonces ir al rescate del imaginario territorial que se encuentra en la patria tri-continental (lo popular), en lo que ineludiblemente Bachelet representa, siendo base funcional para el diseño programático de coyuntura electoral, agregándose como insumo el acuerdo de la reforma de pensiones, que, a la larga, también termina vinculándola (creadora del pilar solidario en su primer mandato), permitiéndose, de ese modo avanzar sobre un consenso vinculante desde una izquierda y un centro político, por lo menos.

La base ésta, se requiere complementar con IDEAS, no con VOLUNTARISMOS y con acuerdos prácticos que le hagan sentido a las vecinas y vecinos. Pues, luego, al ganar, viene la complejidad de materializar el proyecto político de desarrollo nacional, implicando el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, siendo el fortalecimiento de los partidos políticos general y los de centro izquierda en particular un vehículo efectivo para ello, integrándose la tradición de este mundo (las izquierdas), centrada en la relación capital-trabajo-democracia y las otras agendas emergentes que pasan por las identitarias, entre otras, que junto con ser cuestionadas (lo woke), es inviable invisibilizarlas, ya que son también aspectos que se encuentran presentes en las realidades socioterritoriales, sin perjuicio que hoy, se encuentren a la baja, en la relación pendular de las relaciones espaciales de poder.

En definitiva, esta luz roja que coloca la politóloga respecto de una nueva candidatura de Michelle Bachelet, invita a canalizar las energías y construir las expectativas funcionales a definiciones estratégicas de país, de lo contrario, el esfuerzo que se pueda articular, inclusive ganado la próxima elección presidencial con Michelle Bachelet al frente, si no considera lo ya indicado, será un mero trámite más, permitiendo instalaciones beneficiosas para los clásicos actores políticos, en las siempre caprichosas, vertiginosas y laberínticas relaciones espaciales de poder, en las que se organiza la patria tri-continental.

Así entonces, esa acción "aseguraría-exigiría", la candidatura de la ex mandataria, haciendo poco realista a efectos de ese imperativo, un plan B. En nuestra opinión, contrariamente a lo que afirma la politóloga, sus luces rojas, "sirven-reafirman" la necesidad de la candidatura de Michelle Bachelet, máxime en el contexto internacional en el cual Chile debe navegar, donde ella, experiencia tiene. Michelle, es estratégica, definitivamente.

1 Arce, J. (2025) Con un Gobierno profundamente cuestionado, Bachelet no es suficiente, en diario La Segunda martes 18 de febrero, ver en https://www.facebook.com/photo/?fbid=10161191103538233&set=pcb.10161191103608233

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