El imperativo de la unidad

En una primera conclusión, después de los desfavorables comicios en que se eligieron a las consejeras y los consejeros del Consejo Constitucional, a instalarse el próximo 7 de junio, los partidos de izquierda y centroizquierda, el Partido Socialista y el Frente Amplio, el PPD y el PR, desde el Partido Comunista hasta la Democracia Cristiana, han señalado una disposición orientada al entendimiento y la unidad para evitar que siga el aumento de la ultraderecha.

Es una buena señal, a la que con rapidez se agrega la idea que se deberá tener un acuerdo electoral para las próximas elecciones municipales, tanto de alcaldes y alcaldesas como de concejales y concejalas que constituyen los gobiernos locales. También esa es una disposición positiva.

No cabe duda que estas señales surgen del dato inamovible que de aplicarse los mismos criterios el pasado 7 de mayo, es decir, de haber participado unidos el resultado hubiera sido claramente diferente, tanto en el número de representantes como en la imagen política que se hubiera entregado al país.

Los politólogos y expertos, supuestos dueños de la verdad absoluta, que pregonaron la separación como incuestionable criterio competitivo guardan ahora silencio, pero no cabe duda que reaparecerán cuando se enciendan nuevamente las cámaras televisivas que tanto tientan a la gente débil de carácter y, probablemente, retomarán las mismas recetas que justifican la dispersión y la enemistad entre las fuerzas progresistas.

Por eso, los pronunciamientos por la unidad para los comicios municipales son claramente positivos, pero no suficientes. Falta aún un tiempo político previo, cuyo desarrollo resulta esencial. En este periodo hay que gobernar y eso requiere unidad y lealtad para cumplir esa tarea fundamental y, ese objetivo crucial de cualquier proyecto futuro, demanda forjar desde la diversidad de las fuerzas progresistas una alianza de gobierno que, efectivamente, se constituya como tal y sustente la labor del Presidente Boric con eficacia y proyección.

Ese objetivo es crucial, con serenidad y altura de miras. Sin frases altisonantes. No es una tarea imposible. De hecho, con mucha sobriedad y eficacia, el Gobierno tuvo después del 7 de mayo avances legislativos ampliamente significativos y logró evitar que la derecha ultraconservadora se envalentonara en el Congreso Nacional con el resultado electoral.

Los objetivos que fluyen de las reformas impulsadas por el Gobierno, en trámite en el Parlamento, son indispensables para Chile y no se pueden dejar de lado. Así, las reformas tributaria y la de las pensiones son una necesidad país que traspasa la contingencia, también los cambios que descentralicen y fortalezcan las regiones, así como, la implementación de la estrategia de seguridad pública resulta esencial.

Una eficaz colaboración de las fuerzas de izquierda y centroizquierda para llevar adelante la agenda de gobierno y respaldar al Presidente Boric se constituye en una condición necesaria e insoslayable para abordar la etapa futura de las elecciones municipales y regionales. Hay que actuar ahora con el criterio de unidad que abrirá las puertas a mejores resultados mañana.

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