La derrota de la Nueva Mayoria, es tan indesmentible como implacable. Sin duda, aún más grande es la derrota garrafal de la política en general y de sus "élites", que con la paupérrima participación electoral sólo está pidiendo a grito abierto la renuncia y relevo de éstas.
Alguien pretenderá encontrar un pretexto en la "flojera del chileno", pero esto no es ni excusa ni pretexto, sino, por el contrario, es justamente "más del mismo problema". Un pueblo que ni siquiera está en posición de superar su propia condición y que no ve la trascendencia de ejercer sus derechos en algo que para todo ciudadano formado, instruido y responsable de su propio destino es evidente, es un pueblo terriblemente mal dirigido, con una clase política que evidentemente es sólo el reflejo de sí mismos, esto es, de su tremenda baja calidad ética y política. Es, en suma, un registro del fracaso rotundo del "Estado" en su dimensión de Gobierno y de la élite política.
Todo esto es, obviamente, una grave consecuencia de la mala educación y especialmente de la escasa o nula Educación Cívica, cuyo responsable es la política, por consiguiente, una consecuencia del mal manejo del Gobierno y la política corrupta.
No seamos ingenuos. Hay quienes lamentan la abstención que sólo favorece a la derecha. Sí, la favorece. Pero no sobre ideoligicemos esto de manera inmadura tapando el sol con el dedo. Tal vez la Nueva Mayoría debiera estar agradecida de la abstención. La derecha movilizó bien a su electorado pero mucho, muchísimo más no tiene qué ofrecer en voto duro.
En cambio, si el resto del electorado hubiese ido a las urnas habría resultado posiblemente una masacre para la NM ¿O siguen algunos sin darse cuenta que el voto blanco y la abstención pueden estar significando una conducta que pudiésemos calificar como de "mínima lealtad", con lo que vendria a ser algo así como un castigo blando, ligero y condescendiente contra la coalición gobernante?
Ciertamente la derrota es de la clase política toda, pero el pueblo castiga al gobernante por condición propia del juego, no al gobernado del cual la oposición es parte.
La pregunta interesante es entonces, ¿acaso Chile no quiere reformas, cambios, un país más justo y digno para todos, no sólo para algunos? Indudablemente la gente quiere reformas pero con competencia, y, por sobre todo, sin corrupción, ni abusos, ni privilegios.
Si hay algo entonces que debiera quedarles absolutamente claro en el cráneo a los políticos, desde este instante es, que lo segundo tiene un valor prioritario y más preponderante para la gente, que meras reformas, bien o mal hechas. Que hay aun una ética mas alta que debe ser respetada sobre todo por los « reformadores », y, que esa ética es mas importante que la conquista de reformas por cualquier precio. Eso fue entonces lo que Chile castigó: el abuso, el privilegio propio desmedido, la corrupción.
En conclusión, Chile está pidiendo a gritos que se vayan todos los involucrados en esta élite política por acción u omisión, para dar paso al recambio. La gente les está diciendo claro y fuerte, no los queremos más, que los cambios los hagan otros o que no se hagan pero con ustedes no mas". Sin recambio de la clase política no habrá confianza y sin esta no habrá credibilidad. Ese es el mensaje inconfundible de las elecciones municipales 2016 en Chile.
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