El Miedo, la anti vacuna contra la delincuencia

Foucault en su texto Vigilar y Castigar dice, “a los ojos de la ley puede muy bien ser privación de libertad. La privación que la garantiza ha implicado siempre un proyecto técnico. El paso de los suplicios, con sus rituales resonantes, su arte mezclado con ceremonia del dolor, a penas en prisiones practicadas en arquitecturas masivas y guardadas por el secreto de la administraciones no es el paso a una penalidad indiferenciada, abstracta y confusa, es el paso de un arte de castigar a otro, no menos sabio que él. Mutación técnica.” Por tanto, el uso de una penalidad como el castigo a otro, promueve de manera directa el Miedo. 

Si entendemos el castigo, la penalidad, la privación de la libertad, como elementos concatenados, es sustantivamente relevante entender que el miedo es una herramienta efectiva en toda la historia de la humanidad y también ha sido un espacio de estudio político, social, económico, psicológico. Sin embargo, es un arma de doble filo. Puede llevar a controlar la agenda pública o bien te puede dejar como un monumento del ridículo. 

Los gobiernos la usan constantemente para fortalecer e impulsar su agenda. Si pensamos en seguridad ciudadana, desde su campaña presidencial y ahora desde el gobierno, Sebastián Piñera, ha instalado la idea de que en nuestro país año a año crece la victimización y la inseguridad, con el objetivo de lograr el apoyo a proyectos de ley como Aula Segura y Control Preventivo de la identidad, poniendo en la mira a las y los menores de edad.

Sin embargo, las cifras del INE sobre victimización de las familias en nuestro país han descendido entre el 2017 y 2018 desde el 28% al 25%. 

Las cifras son elocuentes, el porcentaje de victimización es por debajo del 30% según el INE, mientras que la percepción del aumento de la delincuencia supera el 70%, es decir, la percepción es más del doble, según el mismo organismo.

Por consiguiente, si revisamos qué genera dicha sensación, la misma encuesta establece que esto se debe a la información obtenida por la ciudadanía mayoritariamente a través de los noticieros de la TV (50%). 

¿El miedo es el agente estatal que realmente reducirá la violencia, la delincuencia y el narcotráfico? Si analizamos al menos dos siglos afirmamos con certeza que NO.

Las únicas medidas que han reducido los niveles de violencia en un país de modo efectivo y real, han sido aquellas que reducen la pobreza e instalan gestiones gubernamentales en función de la redistribución, reduciendo los miedos de la población frente a las incertidumbres sociales, económicas y culturales. 

Durante un Mensaje presidencial sobre seguridad pública el Presidente señaló, “quiero decir que esta lucha - delincuencia - no es fácil, ningún país ha logrado derrotar a la delincuencia en ninguna época de nuestra historia, pero sí hay dos tipos de países: los que luchan contra la delincuencia con fuerza, con valor y con coraje y la hacen retroceder y los que se resignan o se rinden frente a la delincuencia y le entregan el control de las calles y las plazas, y de nuestras vidas a los delincuentes”.

Las palabras de Piñera son directas y contundentes, pero al mismo tiempo, es menester preguntarse ¿cómo se lucha con fuerza, con valor y coraje? porque es evidente que un gobierno debe tener el valor, la fuerza y el coraje, pero ¿qué significa ello?

En ningún caso ha sido instalar miedo, quien instala el miedo realmente tiene poca fuerza, valor y coraje, más bien denota mucho temor del gobernante, porque su temor pretende instalarlo en la ciudadanía por su incapacidad de enfrentar dicho contexto.

Hay que tener valor, fuerza y coraje para que la vida de los chilenos y chilenas no tengan más miedo frente a la delincuencia, ni a nada y no puede ser el mandatario quien promueva con tanta vehemencia el miedo. 

Si pensamos en la agenda económica, Sebastián Piñera, durante la campaña presidencial instaló el miedo a través de inseguridad económica, donde él entregaba certezas para unos posibles “Tiempos Mejores”. Pero con el andar de su gestión, y dadas las actuales condiciones económica con bajas expectativas de crecimiento, instala que las políticas redistributivas  no podrán implementarse gracias a la gran la incertidumbre de los mercados. 

Es decir, a las familias chilenas les instala el temor de perder el empleo o bien que si logran mejores condiciones salariales o aumentan los programas sociales, serían responsables de una recesión económica, por tanto, gana la desesperanza en la ciudadanía y se conforma con “lo que va quedando” que son condiciones socioeconómicas profundamente desiguales. 

En la contingencia, durante el debate de las 40 horas, nuevamente el gobierno busca traficar el miedo, para desacreditar condiciones laborales más eficientes y económicamente democráticas.

Así pudimos ver que tanto el ministro Monckeberg como los parlamentarios oficialistas presentaron argumentos absurdos, empujados por la necesidad de instalar el miedo en significantes de gran relevancia emocional y cultural de nuestra ciudadanía. 

Por eso es que terminamos escuchando que por culpa de este proyecto, nuestro país no podría jugar la Copa América o que los brigadistas de incendios estarían impedidos de actuar ante una catástrofe producto de este proyecto. Tras eso las y los chilenos no sabemos si asustarnos, reír o llorar. 

Es por eso que tales argumentos se ganan las burlas de la sabiduría popular ridiculizando estas tragicómicas posiciones. En buena hora la ciudadanía demuestra temple y buen humor dejando de ser presa de los traficantes de miedo.

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