Finalistas definidos, resultado incierto

La predestinación al triunfo no funcionó. Se conoce el caso de candidatos que han pasado del primer lugar al segundo y, luego, al tercero, lo que no se conoce es un candidato que haya hecho el camino de regreso. El descenso de Matthei se produjo por ella misma, nadie la atacó. El principal argumento que se tenía a favor de la exalcaldesa no era ser promocionada como una buena presidenta, aunque esta afirmación se repetía mucho. Se la presentaba como destinada a ganar, fuera que nos gustara o no, y había que apoyarla porque las otras alternativas eran menos aceptables.

No es que fuera a ganar por ser la mejor, sino que era la mejor porque iba a ganar. Se sostenía en la falta de competencia efectiva. La confianza no se depositaba en ella, sino en una posición inmejorable que no supo mantener. Ahora, los miembros de su comando intentan destacar nuevos argumentos a favor de su candidata, pero han dejado de expresar la mitad de las convicciones creíbles con que contaban al principio. No han podido procesar su actual posición desmejorada porque nunca esperaron llegar ahí.

Ser de derecha e ir primero en las encuestas era lo mismo que estar destinada a triunfar. Carente de carisma cercano, Matthei ha perdido su argumento principal.

Con Jara encabezando las encuestas, la derecha sigue teniendo la convicción de que va a ganar, pero han asimilado la idea de que solo uno de los suyos pasará a segunda vuelta. La balanza se inclinó a favor de apoyar a su opción en ascenso y sin desgaste que resulta ser Kast y que ya dejó de ser Matthei.

La unidad de mando mostrada ha sido notable, tal como lo confirma la completa ausencia de ataques directos a Jara, algo que sería muy contraproducente. Es un recurso que se puede desgastar si se usa con anticipación y, a su tiempo, se concentrará en la militancia de la abanderada, más que en su persona. La oposición ha respondido a la elección de Jeannette Jara como la candidata del oficialismo diciendo que este evento había tenido una baja participación, el 9% del electorado, un número representativo del grupo de apoyo más duro al gobierno.

Tan somero descarte no hacía justicia al acontecimiento. La participación inicial importa, pero no es lo más determinante, como quedó reflejado de inmediato en las primeras encuestas conocidas. También hay que considerar el impacto anímico y la capacidad integradora que tenga la campaña que se adaptará a otra etapa.

"Nunca pasó" no significa "nunca pasará"

Los convocados a una primaria oficialista corresponden a un grupo específico que no se parece al que definirá la primera vuelta en la elección presidencial abierta. Eso es evidente y fue un dato conocido desde su convocatoria.

Lo decisivo es que ningún otro candidato supo captar ni de lejos a sus simpatizantes, motivándolos para ir a votar. La candidatura Jara supo identificar la estrategia adecuada para unos votantes específicos y no se ve por qué tendría que fallar en volver a adaptarse a los nuevos votantes. La centroderecha agotó su primera opción en el camino, pero no tiene el monopolio del desgaste, algo similar le puede ocurrir a Kast aunque intentará evitarlo. La centroizquierda tiene que decidir si aprovechará la oportunidad que se le presenta. Chile puede preferir una opción que no sea extrema, pero Matthei no calificó en el intento y nadie dijo que Kast tenga mejores antecedentes para conseguirlo.

Quienes ven en la militancia PC de Jara un impedimento insuperable para entregar su apoyo no le están dando una mínima posibilidad de conseguir una amplia confluencia de actores que está por concretarse. Decir que no tiene una chance de lograrlo es una profesión de fe, más un deseo o un prejuicio que una constatación.
Cuando se tiene una sola opción viable se la puede asumir con mucha firmeza. Son las limitaciones iniciales las que permiten pensar que se puede lograr, aunque eso requiere un reacomodo general de fichas. Las victorias se pueden conseguir de muchas formas, pero no destacando derrotistas.

En el punto en el que nos encontramos la oposición suma un apoyo suficiente como para ganar la presidencial y la mayoría del Parlamento. Para la derecha política y económica, tanto como para los analistas de la plaza, estas afirmaciones constituyen certezas. Sólo son superados en estas convicciones por la mayor parte de la dirigencia de centroizquierda, la que está todavía más convencida de lo mismo.

Sin embargo, este es el año que pasará a la historia como la ocasión en la que perdimos más certidumbres. La constante es la derrota de la política tradicional, a la que se está agregando la pérdida de atractivo de la política sin calado.

Denominación de origen, denominación de destino

Matthei iba a ganar y va a perder. Chile Vamos conducía a la derecha y ha quedado reducido al silencio, aunque haga mucho ruido. El partido del Presidente no encontró candidato a Presidente. El socialismo democrático tiene más representantes electos que nadie en el oficialismo, pero no es capaz de elegir al más importante cuando tiene que actuar como el conjunto que no es.

Apoyarse en lo que no tiene existencia real es porrazo seguro. La única manera que se tiene de ganar a la derecha consiste en superarla en su desempeño político. Esto se puede conseguir en tres aspectos: unidad, propuesta y representación. La oposición se presenta dividida porque compite por la hegemonía y nadie quiere ceder, porque la subordinación del otro será para largo. La centroizquierda tiene que presentarse unida por instinto de supervivencia: de no hacerlo sus opciones van entre perder y ser aplastada. Esto abre una posibilidad de hacerlo mejor.

La unidad electoral es para la sobrevivencia, la unidad política es para ganar. Son los polos de este sector los que deben entenderse, los que han estado llamados a coordinar al resto nunca lo hicieron. Constituir una fuerza colectiva potenciada tendría efectos sorprendentes. La propuesta que se elabore tiene dos propósitos: ser de sentido común para la mayoría, con foco en el interés ciudadano, y conjugar crecimiento con equidad, algo que la derecha no pretende. Por eso se la puede superar.

Jara debe tener el rol principal de mantener la conexión ciudadana y se puede tener una confianza justificada en que lo logrará. Es otra cosa lo que le falta. La candidata tiene su denominación de origen en el PC, pero necesita de una denominación de destino más amplia para entrar en La Moneda.

Hay que representar a Chile en su heterogeneidad para que la mayoría se sienta invitada a hacerse parte. Para competir con Kast no se trata de concursar por quién genera más miedo, sino en por quien permite tener la mejor esperanza de una vida mejor. No es el más fuerte quien debe guardar silencio para competir.

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