Fueron 216 minutos, poco más de tres horas y media en las que el Presidente Gabriel Boric expuso ante el Congreso el estado de la nación. Un discurso que marcó un récord, siendo el más extenso desde el mandato del exPresidente Patricio Aylwin. No obstante, el Presidente Boric marcó otro récord al ignorar medidas económicas que apunten hacia el crecimiento: algo que hoy hace más falta que nunca.
No es desconocido que 2023 será un año complejo en materia económica. El país ya se encuentra en recesión técnica -ya llevamos dos trimestres de contracciones-, con un alto nivel de desempleo y destrucción de puestos de trabajo y aumento del trabajo informal, lo que conlleva a la elusión impositiva y falta de previsión social para esos trabajadores.
No obstante, al Gobierno esto parece no importarle. Parece vivir en un mundo de fantasía... como "de Bilz y Pap", uno donde no importa la economía, menos el crecimiento. Tampoco importa el empleo, porque este solo aumenta de la mano del Estado gracias a las contrataciones cercanas al gobierno, abusando de los nombramientos "de confianza" y restringiendo la posibilidad de convocar a los mejores profesionales del país a través de concursos públicos que garanticen la imparcialidad e igualdad de condiciones.
El Presidente, a momentos con tonos casi mesiánicos, pareciera decirle al país que la única forma de crecer es a través de una nueva reforma tributaria, la cual parece ser la solución a todos los males de Chile a los ojos de Gabriel Boric.
En este sentido el Presidente se equivoca. Olvida que el crecimiento económico es el único medio que asegura que los países cuenten con los recursos necesarios para financiar garantías sociales, esto gracias a la reestructuración de una base tributaria sólida y que incentive la inversión a través de programas que fomenten el dinamismo de la economía en el mediano y largo plazo.
Ante este escenario, es de esperar que el Presidente y el ministro de Hacienda comiencen a poner el foco en lo que realmente el país necesita: volver a crecer.
Fomentar un ecosistema donde las empresas sientan confianza y deseo de invertir, donde las pequeñas y medianas empresas tengan el incentivo a crecer y no quedarse reducidas por el temor a pagar más impuestos, donde el emprendimiento sea el norte de nuestra economía es lo que nos hace falta.
Eso es lo que necesita el país. Con un gobierno que vuelva a poner los pies en la tierra y se despoje de ese mundo de fantasía donde, entre amigos, solo parecen felicitarse entre ellos.
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