A los chilenos, pero creo que a los progresistas e inquietos sociales en política a nivel global, nos persigue el 11S.
Primero el Golpe de Estado en Chile en 1973 y después los atentados terroristas en el Wold Trade Center de Nueva York en el 2001, son ejemplos de ello. Pero, para los efectos de este artículo, el año importante es 1789.
Ese día, la asamblea Constituyente francesa discutía el veto absoluto que el rey Luis 16, había hecho a las leyes establecidas por dicha instancia, después de la Revolución que se proponía la Igualdad, la Fraternidad y la Libertad de los hombres cómo objetivo. Una situación no ideológica, sino de ubicación en la sala de la asamblea, los partidarios del poder absoluto del rey se sentaron a la derecha del salón y quienes levantaban los principios ya señalados, Igualdad, Fraternidad y Libertad, se sentaron a la izquierda de la misma sala.
Así quedó sellado el mote, que millones de seres humanos después de ese acontecimiento histórico menor, hemos adherido al cambio con sentido en los tres principios señalados y fundantes.
Hoy, muchos en el mundo global, quieren borrar esta diferencia. Estoy entre los porfiados que nos negamos a hacerlo. El concepto de izquierda en la política no es un tema de nombre. Es un tema de ideas, de ideología, de aspirar el poder para imponer nuestras ideas fundantes, sí claro las de la Revolución Francesa de 1789.
Lo digo sin vergüenza. ¿Es posible que, en nuestra sociedad del siglo 21, ya consumido casi un quinto de la misma, los sectores que se plantean por los tres fundamentos que se establecieron hace 228 años, no sigamos sentados al lado izquierdo del salón?
No conozco a nadie, excepto a Mariana y sus progresistas con o sin progreso, que, desde el punto de avanzar en temas de justicia social, respeto a los derechos humanos, inequidad y un largo etcétera, no continuemos al lado izquierdo del salón.
Los sentados al lado derecho, nos ofrecen a los Piñera, los Macri, los Temer por nombrar algunos en América Latina o los Rajoy, los Berlusconi, o las Le Peine, por nombrar a los connotados en Europa. Pero existen también en Medio Oriente los Netanyahu o en Asia los “monarcas petroleros” o Corea del Norte, o los malayos o singapurenses. Las ideas del cambio, más o menos radical, siguen sentadas al lado izquierdo del salón.
En esta larga y angosta faja de tierra, al final del mundo conocido, tiene su historia nítida de sentarse a la izquierda, desde Recabarren para acá.
Tal cómo se ha dicho en la franja del candidato que representa a quienes nos sentamos al lado izquierdo del salón, Aguirre Cerda, Frei Montalva, Allende, Aylwin el 89 y principalmente la presidenta Michelle Bachelet más en su segundo período que en el primero, han representado los ideales de justicia social, respeto a los derechos humanos, combate a la desigualdad, es decir los mismos principios fundantes, que van juntos y no por separado, que nos situaron a la izquierda del salón.
En un cuadro de lo acontecido hace 228 años, hay bancas largas a uno y otro lado. No me cabe duda, aunque no estuve presente y la historia no consigna aquello, en el lado izquierdo unos se sentaron al lado izquierdo pegados a la muralla y otros se sentaron más pegados al pasillo. Pero sin duda todos estaban por la Igualdad, Fraternidad y Libertad.
Eso es lo que está en juego hoy, nuestro lugar en el salón. Hago esta interpretación después de escuchar a Mujica y a Guillier. Sin duda sentarse al lado izquierdo del salón, no significa, así no fue hace 228 años ni ahora, ser iguales, homogéneos, parejitos. Somos diversos, que duda cabe. Al igual que ellos en su oportunidad, me siento al lado izquierdo del salón, por convicción y doctrina (en mis tiempos mozos con esta frase, se hacía propaganda al vino).
Y espero que la inmensa mayoría de los chilenos opte por sentarse al lado mío. Este sentarse al lado izquierdo del salón tiene una razón de ideas o ideológica, aunque a muchos no les guste, expresada magistralmente en la letra del cantautor español Luis Eduardo Aute y popularizada por Silvio y Mercedes Sosa, entre los principales.
“Que cosa fuera, que cosa fuera la maza sin cantera
Un amasijo hecho de cuerdas y tendones, un revoltijo de carne con madera
Un instrumento sin mejores resplandores, que lucecitas montadas para escena
Que cosa fuera corazón que cosa fuera, que cosa fuera la maza sin cantera
Un testaferro del traidor de los aplausos, un servidor de pasado en copa nueva
Un eternizador de dioses del ocaso, júbilo hervido con trapo y lentejuela”.
Por ello, estoy seguro, millones de seres humanos en el mundo seguimos sentados al lado izquierdo del salón y muchos más llegaran y nos faltaran asientos. Gane o no mi candidato.
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