La oposición va en proceso de alcanzar mayores grados de unidad avanzando por aproximaciones sucesivas. Sabemos que hay dos cosas que no sucederán: no va a amanecer una mañana y encontrarnos a todos unidos y no sobrevivirá a esta etapa la actual dispersión opositora. Entre ambas imposibilidades se encuentra la constitución de dos bloques más amplios y homogéneos.
Las acciones políticas importan mucho más que las declaraciones de intenciones. El camino está decidido, si alguno no se ha dado cuenta todavía es porque falta que se escenografíe de manera adecuada, pero nada más.
El hecho determinante ocurre cuando el FA abandona la mesa de negociación para llegar a candidaturas únicas a gobernadores regionales de la oposición.
En esa ocasión se optó por terminar juntos en segunda vuelta en vez de llegar juntos en la primera oportunidad.
Se asume el riesgo de que la derecha se imponga al inicio alcanzando el 40 por ciento con el que se resulta electo.
Se parte perfilando opciones dentro de la oposición y después se confluye. Es la misma opción que se perfila para la elección presidencial. Lo demás que se diga pertenece al mundo de las comunicaciones, pero no de la política efectiva.
Después que este ciclo político concluya se discutirá mucho sobre el porqué se escogió esta vía y no una más simple y directa. La verdad es que la línea recta es la menos ocupada de todas las líneas en la vía pública. Una respuesta inicial a la pregunta nos dice que los nacientes conglomerados necesitan primero contarse para saber cómo se distribuyen mayorías y minorías dentro de la oposición. Como eso no ha pasado, se opta por perfilarse. Puede ser.
Una segunda mirada resulta mucho más reveladora. Ocurre que la incógnita señalada no existe. El FA y Chile Digno se adelantaron a establecer el apoyo mutuo, antes de las primarias de gobernadores regionales, sabiendo que la diferencia de apoyos quedaría de manifiesto. Se quiere evitar el emplazamiento para bajar candidaturas, dada el desigual respaldo popular recibido. Aquí encontramos la razón de por qué Daniel Jadue resultará elegido como el candidato presidencial de todo este sector: la consistencia estratégica.
Tras su triunfo parlamentario y el excelente desempeño de su candidata presidencial, el FA elaboró una estrategia que le permitía potenciar su creciente desempeño y cosechar el derrumbe de los partidos tradicionales que, inevitablemente, se verificaría. Se evitó acercarse a los partidos de la ex Concertación para no darles oxígeno. Esos días están lejanos.
El FA ha mantenido esta línea de acción, no obstante la realidad política se fue alterando en casi tres años.
Los otros partidos no cooperaron desintegrándose, el efecto de novedad se perdió, las diferencias internas y divisiones afloraron y la imagen de unidad lograda mudó de sitio.
Se fijó un rumbo cuando el escenario había cambiado y eso siempre implica desadaptarse. Muchos lo ven y lo saben, pero no hay podido alterar el curso de acción.
Los más radicalizados asociados a los que hablan como radicalizados se impusieron. La evaluación posterior no será tranquila. El PC, en cambio, no se pasó películas, sino que esperó al resto en el mismo sitio, allí llegaron todos para encontrar a su candidato.
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