La receta en medio de la crisis política

Gonzalo Campos Medina
Ultimos publicados:

Para nadie resulta novedoso escuchar que hoy la política en Chile y en buena parte del mundo, vive una crisis profunda. Tampoco son muy novedosas las causas que se asocian a este poco satisfactorio diagnostico: episodios de corrupción sistémica de actores e instituciones, cambios en los planteamientos programáticos o incumplimiento de los mismos, estancamiento económico, escasa renovación de los actores políticos y diseños institucionales poco representativos, entre muchas otras.

En este contexto, Innerarity habla de hacer “política en tiempos de indignación”, una frase del español que a los chilenos ya nos hace sentido cuando constatamos que la rabia hoy ya no se reprime, sino que decanta en las calles, se expresa en masas, esbozando y haciendo suyas de manera constante las diversas demandas que han explotado como resultado de un diagnostico poco “feliz” de los gobiernos de transición.

La interpretación de este fenómeno puede ser esperanzadora o deprimente, de acuerdo sean los pasos siguientes a su expresión, por ello es de suma importancia reparar en algunas cosas.

Chile está pasando actualmente por esta ambigüedad, por un lado la existencia de momentos de lucidez, en que parece haber espacio para sentar la oportunidad que reconvierta nuestro espacio político hacia un futuro mejor; pero por otro, también aparecen episodios deprimentes en que se revela el riesgo  más propio de este tipo de escenarios: la demagogia, la caricaturización de la política y la sobrevaloración de criterios poco rigurosos para la  elección de representantes.

Y es que el peligro de que los tiempos de indignación puedan transformarse en tiempos de confusión, siempre está. Por ello, hoy más que nunca se hace necesario debatir acerca de la política, sus instrumentos, sus posibilidades y sus límites.

Apuntando sobre uno de los criterios de juicio más esbozados últimamente, la llamada “novedad” de los políticos, Max Weber decía “lo decisivo no es la edad, sino la educada capacidad para mirar de frente las realidades de la vida, soportarlas y estar a su altura”.

Las palabras de Max Weber son reveladoras en estos tiempos, interpelan a nuestros representantes y candidatos a estar a la altura, pero también a nosotros ciudadanos.

Subir el estándar de la política en Chile es tarea de todos y no lo estamos haciendo bien. A qué estándar podemos aspirar si los criterios que seguimos para la valoración de los políticos se basa en que salgan airosos de responder meras consignas puestas en el debate mediático: "¿terrorismo o no terrorismo en la Araucanía?, ¿Venezuela, dictadura o democracia?, ¿aborto o no aborto?, ¿gratuidad o no gratuidad?".

La receta para ser político en tiempos de "indignación" parece ser paradójicamente deprimente. Si queremos encontrar una oportunidad y no un callejón sin salida a nuestros tiempos, debemos como ciudadanos valorar la sustancia, el proyecto y la coherencia ética.

La sobrevaloración del debate basado en etiquetas, que ridiculiza las problemáticas actuales y de la declaración rápida que satisface la encuesta que tiene a mano el candidato, frivoliza la política y la determina culturalmente. No podemos conformarnos con formar y elegir buenos comunicadores o profesionales del marketing político.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado