La vergüenza de los paraísos fiscales

El Presidente Boric, al informar de su reunión con su par estadounidense, Joe Biden, en el curso de la Cumbre de las Américas, señaló la voluntad compartida de actuar -a través de un marco legal- contra la evasión de las obligaciones tributarias de los mega conglomerados empresariales y sus ejecutivos en los llamados "paraísos fiscales".

Como se sabe, estos Estados facilitan la evasión o elusión fiscal permitiendo que privados acaudalados a gran escala o los holdings que controlan puedan instalar una residencia legal ficticia, posibilitando operaciones financieras para incumplir sus obligaciones de pago de impuestos en los países en que recaudan enormes utilidades.

Haciendo uso de esas residencias "legales", voluminosos activos que en las naciones de origen fueron obtenidos a un altísimo costo ambiental y laboral son sustraídos de las legislaciones nacionales y ubicados en esos depósitos, muchas veces insulares, fuera del alcance de los gobiernos y tribunales de justicia.

Los Estados que facilitan esos mecanismos de evasión y elusión ganan con fuertes cuotas de inscripción y gastos administrativos, sin embargo, se burla y defrauda el pago de impuestos que permita financiar el gasto social o mitigar el impacto ambiental y de infraestructura que se produce en los países donde se generó la riqueza.

Los "paraísos fiscales" son una verdadera caja fuerte en los laberintos subterráneos de la globalización que oculta manejos fraudulentos, enriquecimientos ilegales, coimas y sobornos que socavan la gobernabilidad democrática y la legitimidad de la acción política.

De ese modo, el pago de impuestos se desvanece en los resguardos de privacidad de los contratos respectivos de los "paraísos fiscales" que, deseosos de servir a tan opulentos clientes, también ofrecen diversos servicios para satisfacer el lujo y hedonismo de los jerarcas y "operadores" del capitalismo globalizado.

Se trata de una burbuja de consumo y gasto en que unos pocos despilfarran sin límites, teniendo como trasfondo la marginalidad y la pobreza de pueblos y naciones despojadas de su riqueza y patrimonio. Esta es una vergüenza para la civilización humana y una debilidad estructural del sistema económico globalizado.

Así, la cacareada responsabilidad social de las empresas, amplificada por millones de imágenes mediáticas, se convierte en un indignante cuento de hadas, a través del cual se burlan las obligaciones tributarias de los conglomerados financieros, aumentándose así en una espiral interminable la desigualdad social y económica entre los pueblos y las naciones.

De modo que esta concordancia de principios, entre los presidentes Boric y Biden, tiene una perspectiva de enormes potencialidades para reconstituir las relaciones económicas internacionales y nacionales sobre nuevas bases, de dignidad y justicia, que fortalezcan el régimen democrático y la gobernabilidad en la comunidad de naciones.

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