El dicho popular “después de la batalla todos son generales”, describe de forma precisa la reacción que han tenido varios en la Nueva Mayoría una vez conocidos los resultados de las elecciones. Algunos de los análisis parecen ser desproporcionados, sin considerar que carecen de realismo y adolecen de una autocrítica sincera.
Claro, en estas horas es mucho más fácil y tal vez rentable, echar la culpa a cualquiera menos a uno mismo. Sinceramente pregunto a mi partido, a mis camaradas, a mi directiva, ¿la DC no ha tenido responsabilidad alguna en esta situación política?
¿Siempre somos víctimas de los errores de otros, de nuestros aliados? ¿Es bueno patear el tablero para ganar respeto dentro de la coalición de Gobierno?
Sí, hemos visto errores políticos gruesos de parte del Gobierno, del gabinete, de los asesores de la Presidenta, de los partidos y de sus respectivas directivas, ¿alguien está en condiciones realmente de lanzar la primera piedra y salir corriendo?
La serenidad y la calma son condiciones excluyentes en política, primordiales para enfrentar momentos difíciles; actitudes tremendistas no son recomendables, ni en las buenas y menos en las malas.
De hecho, la sensación de triunfo total de la derecha es cuestionable. ¿Fue un triunfo apabullante? Si yo fuera líder de la Oposición no sacaría tantas cuentas alegres porque las fuerzas están equiparadas en una pésima evaluación. Es como una pelea entre equipos colistas en la tabla de posiciones.
Ahora bien, el Gobierno tiene un rol preciso e intransferible a los partidos que dan soporte a la coalición y en tal sentido, debe ser capaz de ofrecer un relato más preciso, más compacto y más realista. Es que la conducción legislativa, económica y la gestión del día a día no van por canales separados: es un todo, ahí se ha mostrado poco tino, poca experiencia y exceso de desconfianza hacia los partidos.
Siendo honestos y reconociendo que la derrota en la elección es un asunto de responsabilidad compartida, fuimos negligentes, no logramos una mejor ingeniería electoral para acuerdos viables, ¿o me van a decir que la perdida en alcaldías emblemáticas fue una buena jugada y culpa de La Moneda?
Por eso, me parece que retirarse de las conversaciones, de las instancias de coordinación y de nuestro hábitat político histórico, es un paso más hacia el aislacionismo del partido. No nos hace bien negar la realidad, ni creer que “amurrándonos” vamos a ser más escuchados.
Yo hubiera esperado que cada partido y que la Nueva Mayoría en su conjunto, empezaran por medir la viga en el ojo propio antes que la paja en el ojo ajeno. Y de verdad, se requiere un análisis más generoso respecto de los resultados de esta elección. Y lo ejemplifico con un solo caso: muchos se apuraron en decir que lo de Valparaíso fue un voto de castigo a la Nueva Mayoría, pero pregunto, ¿es decir que después o antes de nosotros no hay nada?
¿En vez de un castigo, no será que la ciudadanía fue seducida en buena lid por un mejor proyecto? ¿Qué nos hace tan especiales para creer que todo se reduce a que nos castigaron?
Ese es el debate que creo que hay que hacer porque de lo contrario, la próxima elección nos va a pillar de nuevo hablándole al viento o a los pájaros. Los votantes están molestos con el Gobierno, pero también con la derecha, con la Nueva Mayoría y con los pocos actores que aún tienen ganas de participar de la política.
Es cierto que ningún partido de una coalición de gobierno merece ser mal tratado o responsabilizado de cosas que no corresponden, pero somos todos grandecitos y con harta experiencia en política, no actuemos sobre la base de restarse al debate porque no nos favorece el escenario.
Este es el tiempo en el que tenemos que ser capaces de entender mejor el enojo y rechazo de la gente a la actividad política, cambiar de verdad aquellas cosas que han sido errores y horrores, corregir esa falla, ofrecer un proyecto coherente. Hablarle al miedo, a la rabia y la frustración que instalamos en la ciudadanía. Para eso, actitudes como la de la directiva de mi partido no sirven de nada, sólo ahondan la crisis.
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