¿Se habrá acabado el desorden del oficialismo? Esa es la pregunta que debe contestarse en los próximos días tras el cambio de gabinete realizado el martes por el Presidente Sebastián Piñera, en el cual hizo la verdadera segunda cirugía mayor de su equipo de confianza en lo que va de su segundo mandato y a menos de un año del anterior.
Lo primero que nadie podrá decir es que el cambio fue tibio o a medias tintas o que le hizo falta algún ministro por mover. Por el contrario, este fue político, con tintes claros de buscar un ordenamiento con el Congreso y, de paso, alinear definidamente a los partidos de su coalición detrás de una opción en el próximo plebiscito de octubre: la del rechazo.
A muchos sorprendió el nombramiento del Senador Víctor Pérez como nuevo ministro del Interior, sin embargo, la señal que dio el Presidente con esta movida fue clara.
La llegada de Pérez soluciona varios problemas al interior de la UDI. El primero es dejar claro que la Senadora Jacqueline Van Rysselberghe tiene el control del Partido y que en La Moneda se lo reconocen, al punto de que podrá decir que nuevamente tienen vía directa con Palacio.
Víctor Pérez es el mismo al que en 1999 (entonces siendo diputado) el por aquella época ministro Segpres, José Miguel Insulza, fustigó al enviarle un mensaje a través del otrora candidato Presidencial de la derecha, Joaquín Lavín cuando le dijo, “que Lavín amarre a sus perros”, en referencia a la dupla fiscalizadora que por entonces conformaban la ex senadora RN Lily Pérez y el hoy nuevo hombre fuerte de Palacio.
Ese recuerdo aparejado con su dura forma de mirar la lucha en el Bío-Bío por el conflicto indígena son dos muestras de lo que puede estar por venir, especialmente si se piensa que los ánimos en la sociedad se encuentran caldeados producto de las deficiencias que ha mostrado el Estado para sobrellevar la pandemia.
A estas alturas, nadie duda que el Ministro Pérez no tendrá ninguna duda de sacar las fuerzas de orden a reprimir a la ciudadanía cuando ésta salga a manifestar su descontento.
Además, su llegada debiese ayudar a la Presidenta de la UDI a controlar aquellos militantes que miraban cada vez con más cercanía la opción de acercarse a José Antonio Kast y, sin embargo, el que crea que con ello perderán conexión con el sector disidente se equivoca rotundamente.
El arribo de Jaime Bellolio, quien hace unos días anunció que dejaba de apoyar el Apruebo y se pasaba a las filas del Rechazo, son otra prueba del “cariño” hacia la timonel UDI que con esto ve con mayor tranquilidad como reordenar el naipe interno de su colectividad con miras a buscar un sucesor o sucesora que le asegure continuidad a su gestión tras la obligada salida que deberá tener del cargo con las elecciones de noviembre próximo. Con esta movida, quien aparecía como probable candidato de la disidencia queda fuera de camino y el bloque desarmado y, seguramente, prontamente alineado.
Y si de alinear se habla, lo ocurrido con Renovación Nacional puede sorprender, pero no tanto. El partido que hasta el lunes dirigía el ahora ministro Mario Desbordes nos tiene acostumbrados a estos bruscos cambios.
En el año 2004 el entonces precandidato único de la derecha a la presidencia, Joaquín Lavín, le pidió a los Presidentes de la UDI (Pablo Longueira) y de RN (Sebastián Piñera) que dieran un paso al costado, por el bien de Chile. Ya sabemos lo que vino después,
A menos de un año de esos hechos, quien aparecía como el más perjudicado, Piñera, anunció su candidatura Presidencial y, posteriormente dejó a Lavín en tercer puesto, comenzando a posicionarse como el hombre fuerte de la derecha que lo ha llevado dos veces a la Presidencia.
El recuerdo sirve para no olvidar. Aunque Renovación Nacional aparecerá como alineada por un tiempo, no se puede dejar de lado que tiene pronunciadas tendencias internas que seguirán moviéndose, más allá de que los dos principales líderes de las mismas, Desbordes y Allamand, parezcan haber sido “anulados” con su ingreso al Gabinete a dos carteras que poco parecen poder hacer en temas de política interna, ello está lejos de dejarlos tranquilos.
Cabe recordar que el mismo Allamand, desde el ministerio de Defensa, catapultó su pre candidatura presidencial en 2013 la que, más allá de terminar siendo derrotado por Pablo Longueira, sirvió como factor para sacar del juego al que parecía como indiscutido candidato presidencial del sector, Laurence Golborne.
Y hay un factor extra que no se puede dejar de lado. Quien puede jugar un rol de mediador en todo esto ya no es Carlos Larraín, quien ha optado por pelear duramente con Desbordes, sino el hoy nuevo ministro de Segpres, Cristian Monckeberg, quien en su rol de ex presidente del Partido y cercano a ambos, tendrá el espacio para ayudar a acercar las posiciones y reunificar las tendencias de Renovación Nacional al Interior del gabinete.
Monckeberg, además, debiese empoderarse del rol de coordinador con el parlamento para pasar a la cabeza en las conversaciones y nexos con la oposición.
Por último, el hasta el martes ministro de Desarrollo Social puede jugar un rol clave en el plebiscito pues, aunque ha mantenido prudente silencio, es conocido que su cercanía es más bien con el Apruebo que con el Rechazo.
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