El pasado 17 de diciembre se realizó el seminario "Escenarios económicos para el transporte del 2021", organizado por la Fundación Transurbano y en el que participaron como expositores la ministra Gloria Hutt, el ex subsecretario de Hacienda Alejandro Micco y el gerente de Finanzas de la Dirección de Transporte Público Metropolitano (DTPM), Diego Puga.
De dicho seminario se pueden sacar algunas lecciones aprendidas que, aunque puedan parecer evidentes, nunca es malo recordar. Además, de las mismas pueden emanar predicciones valederas para este año.
Una de las primeras conclusiones destacadas en el seminario, y que parece ser prioritario rescatar, es que el Estado debe tener un rol más claro, participativo y preponderante con relación al manejo de las recaudaciones y financiamientos. Esta es una lección aprendida tras el estallido social del 18 de octubre, pero acrecentado con la pandemia que trajo una baja importante en la demanda del transporte público.
Y aunque el Gobierno avanza en las licitaciones de flotas (en proceso de adjudicación) y vías (en fase de consultas) para la capital, lo cierto es que el análisis de la necesaria intervención estatal recae en el plano regional. Mucho nos hemos fijado desde el año 2007 en los avances y retrocesos del sistema de transportes para la Región Metropolitana, pero es claro que, más allá de la conocida "Ley Espejo", el sector del transporte público en las regiones está mucho más atrasado y ello hace urgente la intervención estatal.
Lo anterior trae consigo una nueva preocupación, también planteada en el seminario. Aunque en el sector del transporte de carga hay optimismo sobre la actividad interna, la situación económica nacional e internacional reviste gran incertidumbre producto de la pandemia. Por ello, nada se puede asegurar en cuanto a un plan que se haga hoy para fortalecer el financiamiento del transporte en regiones pueda efectivamente sostenerse en el tiempo.
Esto requiere que el Estado se comprometa para hacer realidad una frase mencionada en el encuentro: "El transporte se moderniza de la mano del Estado", que trae consigo el compromiso de que el Estado revista un rol de estimulador como garante de la ejecución de los proyectos en los plazos previstos y en el manejo de las variables de bioseguridad y de contacto en el plano más emocional con los pasajeros. Esto ha de ser una poderosa señal para que todos los agentes envueltos recuperen la confianza.
Lo cierto es que, al ir al análisis propiamente económico, nos encontramos con noticias agridulces: Aunque la recuperación económica internacional es rápida, no se puede decir lo mismo en cuanto al empleo. Por ello, el planteamiento respecto del rol más activo del Estado está condicionado por la carga que tendrán en el futuro tesoro público, para poder apoyar de manera suficiente la recuperación del empleo.
Así las cosas, aunque las licitaciones para renovar el Transporte Público Metropolitano avancen, no se puede pasar por alto que el proyecto de mejoras tecnológicas del sistema ha sufrido cambios. Esto último va de la mano con la nueva y evidente necesidad que dejó en evidencia la pandemia: El rol del Estado debe ser mucho más participativo si queremos tener un transporte moderno y acorde al siglo XXI.
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