Lo que Piñera nunca entendió fue, y es, que su gobierno nunca fue de mayoría. No era necesario llegar al estallido social para saberlo, pero se tuvo que llegar a ello para que un sector de la derecha lo entendiera, aunque Piñera no estuviera entre ellos.
El error por el que incurrió en ese desentendimiento es que obtuvo una amplia mayoría en la segunda vuelta electoral, asunto que recordó incansablemente en sus dos primeros años de gestión, sin comprender que esa mayoría en segunda vuelta es una mayoría mentirosa.
El verdadero pronunciamiento del electorado es el que se manifiesta en la primera vuelta, y allí Piñera fue minoría. La segunda vuelta se supone que es para constituir una mayoría, para que el Presidente electo lo sea por una mayoría, pero también lo puede ser para evitar que sea electo el de otra minoría. En este caso la mayoría alcanzada es un hecho circunstancial y no necesariamente refleja una opción por las propuestas del candidato triunfante.
Este es un mérito y defecto del sistema presidencial con exigencia de votación mayoritaria, lo que es mejor que la elección de la primera minoría, que sería el caso de no tener segunda vuelta. Es un mérito si el electo tiene la inteligencia para entender que esa es una nueva convocatoria en la que se puede sumar, y para sumar hay que aceptar cambios, como lo hizo el Presidente electo Boric; pero es un defecto cuando se cree que es el mismo proceso, con los mismos contenidos, que en el momento que se fue una de las dos primeras minorías, como lo entendió Piñera.
Piñera creyó que sus propuestas de retrotraer los cambios impulsados por Bachelet tenían un apoyo mayoritario porque en segunda vuelta fue más votado que su rival, no entendiendo nunca que, consultado el pueblo libremente y teniendo todas las opciones abiertas, como ocurre en la primera vuelta, sus propuestas fueron minoría.
Muy distinto es lo que ha hecho Boric. Sabiendo que sus propuestas eran minoritarias, enfrentó el segundo proceso convocando a rediseñar sus propuestas con la participación de quienes, habiendo sido derrotados en la primera votación, tenían propuestas similares a las suyas. Por eso aunque el Boric de la primera vuelta es el mismo que el de la segunda, sus propuestas no lo son, y eso demuestra lucidez de la persona.
Esta reflexión vale en el contexto de la discusión sobre el régimen político que se establezca en la Constitución. Como es lógico, un sistema presidencialista tiene ventajas si el gobernante y su coalición hacen una correcta evaluación del pronunciamiento ciudadano, pero es desastroso si ello no ocurre. Lo hemos vivido en Chile en el pasado y, ahora, aunque el Presidente electo ha hecho una lectura correcta de las circunstancias, aún está por demostrarse si las fuerzas políticas que lo apoyan entienden como propio lo que él entiende.
Al ser simultánea a la primera vuelta la elección parlamentaria, es el resultado de la primera vuelta el que de alguna manera se reproduce en el Congreso, y siendo los candidatos minorías en esa votación, normalmente lo son también en el Congreso, dificultando el ejercicio del gobierno. Este es un problema no menor para el éxito de los gobiernos y el resultado del ejercicio democrático.
Hay distintas formas de resolverlo, la más eficaz la constituye el sistema parlamentario, en que para gobernar hay que tener mayoría en el Congreso. Es cierto que hay veces que se puede tardar meses en constituir los gobiernos, pero una vez constituidos, como hay acuerdo programático, el proceso legislativo y la administración fluyen. Tiene la ventaja, también, que el gobierno saliente no puede sacar leyes de amarre, como sabemos que ocurre en otros regímenes.
Está presente, también, la propuesta de que la elección parlamentaria sea simultánea a la segunda vuelta, lo que posibilitaría que el Presidente electo tenga mayor respaldo, pero ello no resuelve el tema de fondo, que es la constitución de una mayoría sólida o programática.
Hacer una propuesta que garantice esto es el desafío que debe resolver la Convención Constitucional para que con gobiernos sólidos y mayoritarios Chile pueda progresar.
El esfuerzo que está haciendo para constituir una mayoría sólida el Presidente Boric va en el camino correcto. Quienes apoyaron y contribuyeron al rediseño de sus propuestas deben ser parte de esa convocatoria. Lo deben entender los que siendo parte del conglomerado inicial fueron señalados por el electorado como una minoría, grande y convocante, pero minoría al fin. La alternativa es seguir el camino de Piñera, que ya sabemos cómo termina.
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