Ha muerto este fin de semana, y de manera inesperada, Miguel Salazar Beltrán.
Miguel forma parte de una notable generación de jóvenes estudiantes secundarios que representó una voluntad de cambios y obtuvo la representación de esos jóvenes, cuando Chile vivía los convulsionados momentos del gobierno de Salvador Allende. En efecto, en representación de la Democracia Cristiana obtuvo la presidencia de la Federación de Estudiantes Secundarios (Feses) en 1973, sucediendo al también DC Guillermo Yunge.
Con el advenimiento de la dictadura, las organizaciones sociales fueron disueltas o intervenidas, por lo que Salazar dedicó sus esfuerzos a la mantención de la organización de los jóvenes demócrata cristianos, y a colaborar con entidades de la iglesia que atendían a jóvenes y personas necesitadas, en virtud de la nueva situación del país, al tiempo que atender a su recién formada familia.
Posteriormente, en momentos álgidos de la dictadura y coincidiendo con las primeras manifestaciones en su contra, asumió la presidencia de la Juventud Demócrata Cristiana.
Me tocó compartir con él ese cargo entre fines de 1984 y mediados de 1987, luego que no se resolviera electoralmente cuál de los dos debía ejercer la presidencia de la JDC en ese período. Ambos representábamos distintas visiones de cómo enfrentar a la dictadura para retornar a la Democracia, pero coincidíamos en lo esencial: esa tarea debía realizarse por métodos pacíficos. Fueron tiempos de encuentros y desencuentros, en un espacio de amistad cívica.
Es que ya habíamos compartido muchos momentos de encuentro, especialmente en los oscuros días del golpe de Estado.
Esos momentos continuaron esporádicamente con posterioridad al retorno a la democracia, siendo para mi un momento espacial cuando siendo él jefe de gabinete del Presidente Frei Ruiz-Tagle, planificamos coordinadamente la primera visita de un Presidente de la República a la Legua Emergencia, lo que puso en la agenda del gobierno a esa comunidad.
Miguel ha partido en un momento en que la organización en que participamos y a través de la que nos conocimos enfrenta su momento más crítico. Las diferencias que nos enfrentaron en 1984 parecen haber revivido, son otros los momentos, pero se vislumbran los mimos argumentos.
Su corazón dejó de latir inesperadamente, tal vez fue a causa de ello. Seguiremos trabajando, no obstante, por servir a los pobres como fue tu vocación. Descansa en paz, Miguel Salazar.
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