Carlos Maldonado, Presidente del PRSD señaló, “hemos acordado conjuntamente, como PR y DC, realizar una invitación al PS y el PPD para coordinarnos para los actos conmemorativos de esa ocasión. Fuimos los cuatro partidos que estuvimos trabajando arduamente en la lucha contra la dictadura y por una salida pacífica”.
La decisión abrió heridas y develó una trizadura, una fuerte división, entre los partidos que conformaron pretéritamente la Concertación y más recientemente la ex Nueva Mayoría. El PC se sintió excluido, el PS y PPD intentaron amainar los ánimos, y finalmente la DC anunció que no participaría de ningún acto conjunto conmemorativo del triunfo del NO aquel 5 de octubre de 1988.
Pero, ¿quién o quiénes son los dueños del triunfo del NO? La campaña del NO fue un momento icónico, aunque no único, de la lucha contra la dictadura.
Carlos Maldonado omite (esperemos que no lo haya olvidado) que cientos, miles, tal vez cientos de miles de personas trabajaron para llegar a ese día. Fueron miles de personas que todos los meses salieron a protestar en contra de la dictadura desde inicios de los 80s. Fueron miles de estudiantes que recuperaron y democratizaron centros de estudiantes en liceos y universidades.
Los pobladores organizaron ollas comunes, comités de allegados, comités de salud.
Los sindicatos organizaron protestas, marchas, cientos de acciones que fueron reconstruyendo el tejido social, la confianza, la fe en que era posible salir de la dictadura.
Cientos de abogadas y abogados trabajaron voluntariamente protegiendo los derechos de las personas violentadas por el régimen.
Las mujeres se organizaron en torno a demandas feministas y por la recuperación de la democracia.
Muchos periodistas se atrevieron a publicar, a escribir, a reportear en tiempos en que se ponía en riesgo la vida.
Y muchos partidos, no sólo aquellos cuatro mencionados por Maldonado, también se organizaron con el objetivo de acabar con el régimen. En cada partido existían facciones, díscolos, gente descontenta con la moderación o la radicalidad de sus líderes. No cabe duda que existían pugnas de poder.
Pero todos o casi todos los actores, sociales y políticos, vieron la posibilidad de terminar con aquel oscuro período de la historia de Chile. Entonces vino el Comando por el “NO”, la campaña, los avisos, la televisión, las masivas marchas.
Se comete un error pensar que el “NO” se ganó gracias a la franja. En realidad, detrás de la franja del NO participaron creativos, actrices, sonidistas, camarógrafos, creativos, intelectuales, cientos de personas que donaron tiempo y capacidades para retornar a la democracia.
Es un error pensar que fueron solo los partidos. Fueron aquellas personas que anónimamente organizaron un sistema de control del resultados paralelo que debía funcionar aquella noche.
Fueron aquellas personas que organizaron un sistema de control de medios de comunicación.
Fueron intelectuales comprometidos que sugirieron ideas, políticos que animaron debates, mujeres que se organizaron, pobladores y estudiantes que defendieron cada voto, en cada urna aquel día.
Hubo muchos escépticos que dudaban de la dictadura. Las dictaduras no organizan plebiscitos para perderlos, señalaban. Pues bien, aquel escepticismo hizo que los organizadores de la Campaña por el NO fuesen más prolijos, más cuidadosos en demostrar que se podría vencer con un lápiz y un papel.
Pero, que quede claro, a Pinochet no se le venció aquel 5 de octubre en urnas secretas controladas socialmente por una ciudadanía activa.
No, el triunfo del NO respondió a una larga y extensa rearticulación política y social, lenta y conflictiva rearticulación, que permitió movilizar varios millones de personas ese día.
Los procesos políticos y sociales no tienen propiedad. El error de algunos dirigentes políticos actuales es pensar que fueron ellos (y no otros) los protagonistas de la historia.
El recuerdo atesorado de aquella señora que colgó un afiche en su ventana, de aquel estudiante que salió a la calle, de aquel taxista que prestó su auto para una caravana, de aquel dirigente sindical que organizó reuniones en la población, de aquel publicista que contribuyó con su creatividad, de aquella periodista que se atrevió a escribir, son ellos y ellas las protagonistas de una historia colectiva que no tiene propiedad.
Lo lamentable del momento actual es que algunos omiten (quizás olvidan) aquellas pequeñas grandes luchas que fueron construyendo una historia de éxito político y social.
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