Solicitar el favor de alguien con importunidad y hasta con humillación es la definición de mendigar. La palabra mendigo viene del latín mendicus, como se llamaba en la antigua Roma a aquellas personas que tenían algún defecto físico o medum (defecto en latín), y que por dicha condición no podían realizar trabajos de esfuerzo físico, viéndose obligados a pedir limosna para subsistir, la alternativa era dedicarse al comercio o a la política pero para eso tenías que ser de otra casta.
He visto personas llorar por televisión, mientras esperan en una interminable fila durante esta última cuarentena que el sistema les responda por una licencia no pagada durante 6 meses y cuando 6 meses atrás esta fue pagada, y quedó fuera de los bonos de Gobierno al encontrarse en el tramo de ingreso de los más ricos de este país que no los merecen. Un año de licencia fruto de un accidente laboral que lo dejó con una mano imposibilitada de realizar su trabajo de barredor de la calle, que no tiene la información oportuna y adecuada de que puede optar a una pensión de invalidez, y que el sistema, al igual que sus empleadores con absoluta indolencia, no le informaron oportunamente, dejándolo en la condición de mendigo.
Ésta, como otras personas, y por diferentes circunstancias, edad, condición física, educacional y hasta migratoria pueden ser tratadas como mendigos en nuestra sociedad, se me hace doloroso pensar en aquella señora que con sus 100 años no es admitida en un supermercado dado que no tenía el permiso de la Comisaría Virtual para comprar en cuarentena, solo la buena voluntad de otra clienta que le realizó la compra pudo resolver el problema de la longeva ciudadana, que a mi entender tendría que estar en un pedestal, cuidada y admirada por mantenerse todavía en pie, bastón mediante, y concurrir sola a comprar una pechuga de pollo para su alimentación. Ella también cayó en la categoría de mendigo, quién además adoleciendo de un defecto físico expresado como la vejez, se encontraba solicitando el favor de alguien con importunidad y hasta con humillación, dado que ningún guardia se desmarcó de la instrucción estatal que nadie entra al supermercado sin permiso.
¿Por qué los ciudadanos de este país tienen que mendigar? Por qué ese trabajador accidentado tiene que llorar en la televisión, provocando una ola de ayuda solidaria, o la señora de 100 años mendigar que la dejen entrar a un supermercado ¿por qué anda sola además? Por qué no tenemos el criterio y la buena voluntad que nos permita palear el sufrimiento diario de las personas, cientos de inmigrantes tramitando o mendigando los incluyan en una lista, en un registro para hacerse visibles y regularizar su estadía para que no los deporten.
Hay una palabra para el que pide ayuda y otra para el que no la da, méndigo, acentuada y esdrújula está recogida por la RAE, con el significado de persona infame o muy mala. "Mendigo es el que pide limosna y méndigo el que no la da".
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