Durante los últimos años, en el plano discursivo se arribó a un relativo consenso en torno a la necesidad de poner fin a la actual Ley de Extranjería (promulgada por el Decreto Ley 1094 el año 1975). La noción de amenaza que recaía sobre el sujeto migrante, propia de la doctrina de seguridad nacional de la dictadura, hizo carne en una legislación tremendamente restrictiva y criminalizadora. Al no reconocer el derecho humano a la migración, la vigencia de este marco institucional ha limitado el ejercicio efectivo de todos los demás derechos y ha propiciado notorias situaciones de exclusión.
Sin embargo, el bullado consenso en orden a desahuciar esta legislación tendió a ocultar el desacuerdo en lo fundamental y las enormes diferencias de enfoque que persisten en el debate.
Ya en el seno del Gobierno de la presidenta Bachelet se cultivaba un profundo disenso que inviabilizó la posibilidad de dotar al país de una ley para la cual la propia presidenta se había comprometido. Las determinaciones del actual Gobierno, en materia de proyecto de ley y adopción de medidas administrativas, consagran la continuidad de una mirada restrictiva y la institucionalización de una visión utilitarista a través del enfoque de migración selectiva.
El discurso de la selectividad ha estado permanentemente argumentado sobre la arbitraria asociación entre migración y delincuencia. Como sabemos, la omnipresencia de este relato no guarda relación alguna con la realidad pues, de acuerdo a datos entregados por Gendarmería en 2017, sólo el 1,8% del total de imputados corresponde a extranjeros, mientras que en el plano de las denuncias en policías estas sólo corresponden al 0,5%.
El Boletín publicado por la Mesa Interinstitucional de Acceso a la Justicia de Migrantes y Extranjeros [1] aporta datos similares y muestra además que los migrantes están presentes en el sistema principalmente en calidad de víctimas. Sin lugar a dudas, la evidente disociación entre la realidad y el discurso público obedece a un diseño que invoca los prejuicios existentes en el orden social en función de (re)producirlos y obtener resultados políticos determinados.
En efecto, ha sido el propio presidente Piñera quién señaló que debemos "abrir las puertas a lo que le hace bien a Chile y cerrar nuestras fronteras a lo que nos causa daño" [3], citando entre los males al fenómeno de la delincuencia, como si se tratase de una vinculación estadísticamente significativa con respecto al fenómeno migratorio.
Pero en adición a ello, en el último tiempo ha comenzado a emerger un relato de migración selectiva que aboga por circunscribir este proceso a las necesidades productivas del país. Estos discursos de orden instrumental subordinan el derecho a migrar a los requerimientos de mano de obra del mercado de trabajo. Junto con negar a la movilidad humana su condición de derecho, estas afirmaciones reflejan el tratamiento mercantil del trabajador, perspectiva que a su vez determinaría la política migratoria.
Por citar sólo un ejemplo de estos planteamientos, hace un par de años Álvaro Bellolio y Hernán Felipe Errázuriz publicaron un libro (Centro de Estudios Libertad y Desarrollo) donde aseguran la necesidad de comprender el fenómeno migratorio como una "oportunidad". En una entrevista a un medio local [2], Bellolio proponía la adopción de "premios" en forma de "incentivos para que las renovaciones de visas tengan ciertas prioridades según algunos criterios". Los referidos criterios, aseguró Errázuriz en la misma entrevista, estarían dados por "los requerimientos del mercado del trabajo en aquellas áreas que el país no puede cumplir". Mencionando a Nueva Zelanda y Canadá como modelos a seguir, Errázuriz sentenció que "ellos saben lo que necesitan en su mercado del trabajo (…) El tipo que viene para lo que falta, bienvenido, y le dan toda clase de facilidades".
En las declaraciones y acciones emprendidas recientemente por el Gobierno puede observarse parte de este razonamiento utilitarista. El énfasis en la desconfianza y el control se traduce en disposiciones administrativas tales como la exigencia de visas consulares, así como también en diferencias en cuanto a la condición y calidad en los visados según país de origen.
De hecho, determinados colectivos obtienen facilidades para establecerse en nuestro país, mientras otros están sujetos a toda clase de limitaciones. El caso paradigmático de aquello es la enorme diferencia que se observa en las condiciones impuestas a ciudadanos haitianos y venezolanos, donde los primeros obtienen una visa de turista por un máximo de treinta días y los segundos una visación temporaria por un año. ¿Cuál es el fundamento para determinar aquello?
A todas luces resulta en una odiosa discriminación, en virtud de lo cual ya fue acogido por el Tribunal Constitucional un recurso presentado por parte de la oposición.
Las medidas administrativas, adoptadas recientemente por decreto supremo, evidencian además una enorme capacidad del Ejecutivo para ir a contrapelo de la realidad.
Desde el punto de vista técnico se ha comprobado que los enfoques restrictivos y de migración selectiva no detienen ni ordenan los procesos migratorios; muy por el contrario, contribuyen a incrementar el ingreso clandestino y las amenazas para la seguridad de las personas que protagonizan estos procesos.
En cuanto a lo político, estos criterios contravienen los compromisos que nuestro país ha asumido en materia de derechos humanos, entre ellos la Convención Internacional sobre la protección de los Derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares. No asoma ni el más elemental ideal democrático ni principio de igualdad en este tipo de medidas.
El migrante, desde la razón neoliberal que destila esta mirada, es objetivado como mercancía, ya sea para resolver la ausencia de "mano de obra no calificada" o de "capital humano avanzado" dependiendo de un determinado contexto específico.
La migración es puesta al servicio de las necesidades económicas del país de destino (o de sus elites) y a disposición de su matriz de acumulación, siendo el trabajador (nacional y extranjero) una variable de ajuste en los procesos productivos. Lejos de una visión moderna de derechos, prima en esta perspectiva una visión instrumental que discrimina en torno a lo que considera migraciones adecuadas versus otras consideradas innecesarias o prescindibles según los criterios del mercado.
La migración es ante todo un derecho humano y las políticas migratorias no pueden estar en función de las necesidades productivas. Esto no quiere decir que los países no puedan generar políticas de incentivos y atracción de ciertos perfiles laborales, pero estas deben enmarcarse en el ámbito de la política educativa o de las políticas de fomento, mas no confundirse con la política migratoria.
El diseño de las instituciones en base a estas perspectivas no garantiza la satisfacción de principios elementales de justicia. La utilidad social como medida sacrosanta para decidir sobre las personas pretende justificar que algunas de ellas — en este caso específico los migrantes — encuentren obstáculos en el diseño de sus planes de vida e incluso que les sean negados sus derechos para el bienestar de otros.
Las relaciones que se establecen a partir de esta mirada son inconsistentes con el de una sociedad pluralista. Las consideraciones de índole económica en la política migratoria, sumadas a las ya presentes doctrinas de seguridad presentes en la actual legislación, nos hablan de la persistente pero no menos curiosa síntesis ideológica entre el autoritarismo y el enfoque neoliberal. Desde luego, en esta como en otras materias, se vuelve ineludible la pregunta acerca de cuanto han cambiado realmente los dogmas de la derecha chilena durante las últimas décadas.
[1] Boletín Estadístico N°2 Mesa Interinstitucional de Acceso a la Justicia de Migrantes y Extranjeros. Visto en URL: http://www.fiscaliadechile.cl/Fiscalia/archivo?id=28596&pid=204&tid=1&d=1
[2] Ramírez, Paulo (agosto 21, 2014). Revista Qué Pasa. Especial Inmigrantes: La propuesta: "Abrir las fronteras". Visto en URL: http://www.quepasa.cl/articulo/actualidad/2014/08/1-15039-9-especial-inmigrantes-la-propuesta-abrir-las-fronteras.shtml/
[3] Cooperativa (abril 10, 2018). Piñera explicó en Facebook Live el "espíritu" de su política migratoria. Visto en URL: http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/poblacion/inmigrantes/pinera-explico-en-facebook-live-el-espiritu-de-su-politica-migratoria/2018-04-10/162521.html
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