Lo primero que quiero decir es que soy una mujer de izquierda. Llegué a la alcaldía a través de un movimiento ciudadano fuera de la estructura de los partidos políticos tradicionales. Ustedes deben estar pensando, ¿y esto qué tiene que ver con el crimen organizado, el contrabando y el comercio ilegal? Tiene mucho que ver porque, al igual que todas las personas, las autoridades, las y los políticos, no vemos las cosas como son, sino como las vemos a través de nuestra subjetividad.
Como Lorena Facuse no creo en la militarización, ni tampoco en las invasiones a países, como es el caso de Palestina; postura que he defendido abiertamente, hoy más que nunca. Digo esto porque me parece que este debate debe ser con transparencia, desde lo que cada cual es y así poder dialogar sin falsas pretensiones.
Esta columna, sin embargo, no la escribo principalmente como persona natural, sino como alcaldesa de 80 mil cerrillanas y cerrillanos que viven una emergencia de seguridad, porque conviven con un campamento que corresponde al 16% de la población de la comuna, el más grande de la región.
Nuestra principal batalla es contra la inseguridad que afecta dramáticamente la calidad de vida de las y los vecinos colindantes: Oreste Plath, Tres Villas, Cardenal Raúl Silva Henríquez, y tantas más que se ven indirectamente afectadas.
Dentro del campamento hay 14 mil personas sin alcantarillado, ni servicios básicos y con el peligro inminente de una tragedia como un incendio o deslizamiento de tierras, que puede ocurrir cualquier día. Una mini ciudad que convive entre dos mundos: el mundo exterior donde hay leyes y el mundo interior, donde las cosas simplemente pasan.
En un campamento de esta magnitud, nuestra injerencia como Estado se remite a retirar la basura a través de la municipalidad y acudir con las policías cada vez que hay un tiroteo o aparece una persona asesinada. El resto es levantar información, catastrar y evaluar riesgos. Es decir, mirar de lejos, pero sin acciones directas ni control.
Nuestra batalla no debería ser contra la gente que vive ahí, sino contra el crimen que ahí se esconde, se camufla y que golpea en primer lugar a las mismas personas que residen en el campamento y salen cada día a trabajar.
Hace unos días atrás fuimos con retroexcavadoras a retirar unos rucos, a la semana siguiente demolimos el famoso "Dubai", centro de actividades clandestinas y el desenfreno en el campamento (cuestión aplaudida por los mismos vecinos).
Esto fue posible gracias a recursos municipales y el valioso apoyo que nos dio Carabineros, a través de la 34ª Comisaría y sus investigaciones previas, así como la coordinación de la delegación presidencial. Todo esto lo hicimos vía decreto alcaldicio y con recursos 100% municipales porque no podemos seguir esperando.
¿Quién quisiera tener fuera de su casa rucos con gente realizando narcotráfico? ¿Quién quiere una toma donde hay continuas fiestas con música e incivilidades hasta altas horas de la noche? Es algo tan lógico en Vitacura como en Estación Central o Cerrillos. Nos negamos a ser tratados como una comuna de segunda categoría.
A falta de policías, necesitamos personal de seguridad para controlar entradas y salidas del campamento, especialmente los fines de semana; apoyo a cuadrillas de trabajo para ensanchar calles y urgentemente casas en peligro de deslizamiento al costado de la autopista; dar seguridad a los estudiantes y trabajadores que llegan tarde de sus casas y, finalmente, asegurar tranquilidad y paz a los vecinos de nuestro territorio con patrullajes preventivos y mantenimiento del orden los fines de semana.
Todo esto es necesario incluso antes de hablar de desalojo, cuestión que depende enteramente de la voluntad de los privados que poseen los terrenos. Requerimos que se imponga el orden y que se respete ley para que nuestros vecinos puedan desplazarse sin miedo por las calles de su barrio y vivir en paz junto a sus familias. Porque cuando hay desorden, los que más se ven afectado son las personas honradas y la clase trabajadora, quienes se esfuerzan diariamente por seguir las reglas.
Nuestro objetivo no es traer militares, el objetivo es brindar seguridad, orden y respeto a la ley. Sabemos que nuestras policías tienen la voluntad, pero cuando vemos que no cuentan con el equipamiento necesario, que hay falta de dotación o que son designados a otros servicios fuera de Cerrillos, simplemente no tenemos otra alternativa que recurrir a la última instancia que nos queda en busca de más apoyo a su labor para tareas específicas.
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