La mañana del 27 de abril nos aprontábamos a conmemorar el Día del Carabinero en la Escuela de Carabineros de Cerrillos. Fue en la madrugada de ese día que despertamos con la noticia del asesinato de tres funcionarios en Cañete. Me refiero a los ahora suboficiales mayores Carlos Cisterna Navarro, Sergio Arévalo Lobos y Misael Vidal Cid, cuyas muertes marcaron un antes y un después en el combate a la delincuencia en Chile.
En nuestra comuna nos hemos enfrentado a una situación compleja en el llamado "campamento más grande" de la Región Metropolitana, donde hace poco se desplegó un gran operativo que terminó con la detención de la peligrosa banda "Los Trinitarios".
La mañana de ese 5 de abril, a pesar de no tener aviso previo, logramos movilizar maquinarias, funcionarios de seguridad y personal para derribar una segunda discoteca ilegal y las bodegas, donde se guardaban más de 100 matas de cannabis.
Destaco esto porque las policías son el factor más importante en el combate a la delincuencia. Quienes hemos pedido presencia militar lo hacemos a sabiendas de la falta de recursos y personal que muchas veces deben enfrentar. Carabineros en esto ha sido clave para Cerrillos, a través de la 34ª Comisaría Vista Alegre y su Sección de Investigaciones Policiales (SIP).
Pero la policía no está ni debe estar sola. El combate al crimen organizado lo hacemos todas y todos, desde el vecino que nos ayuda con un dato clave, hasta la municipalidad que moviliza recursos, pasando por la delegación presidencial, el Congreso o la gobernación. Cuando todas las instituciones estamos haciendo esfuerzos gigantescos por poner todas nuestras energías en enfrentar el crimen organizado, el asesinato de estos tres carabineros en Cañete nos golpea duramente.
Si el objetivo de estas bandas era afectar nuestra moral, debemos reconocer que lo lograron. Y no sólo eso, es posible observar que, si no ponemos un atajo firme a este nuevo tipo de delitos, podemos ser conducidos irremediablemente a gobiernos más autoritarios, poniéndonos ante la encrucijada de sacrificar libertad por seguridad.
En esto debemos estar más unidos que nunca. Porque si algo perdimos con este cruento triple asesinato fue la última venda de nuestros ojos, permitiéndonos mirar de frente la bajeza de los métodos que estas personas están dispuestas a usar para lograr sus objetivos.
La madrugada de ese Día del Carabinero terminamos de conocer la maldad que estamos enfrentando. Una que sólo se podrá vencer con resolución, unidad y firmeza. En este esfuerzo, la unidad de propósito es nuestro mayor aliado.
Requerimos una unidad nacional que supere nuestras ideologías y nos lleve a actuar coordinadamente, y sin mezquindades, para enfrentar un enemigo común que nos amenaza con quitarnos uno de los valores más preciados de la democracia: la sagrada libertad de vivir en paz.
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