No hay cambios, se mantiene la escandalosa inequidad en la distribución del ingreso

Al informar sobre los resultados de la ​Encuesta Suplementaria de Ingresos 2017​ (ESI), un medio digital, adjudica al Instituto Nacional de Estadística (INE) la información errónea de que los ingresos de los trabajadores del sector público superarían en 44% a los del sector privado. Los propios datos provistos por la síntesis de resultados de la ESI dan cuenta de que se trata de una afirmación errada y que no se corresponde con la realidad laboral de nuestro país.

Las insuficiencias salariales, así como las principales brechas de ingresos que esta encuesta ha detectado sostenidamente en el tiempo, tienen directa correlación con el nivel educacional, la formalidad del empleo, la negociación colectiva y la brecha salarial entre hombres y mujeres. 

Tal como detalla el informe de la ESI, respecto del sector privado, la composición del empleo público presenta 5% más de técnicos (19,4% vs 14,8%), 19% más de profesionales (38,9% vs 21,2%) y 5% más de pos graduados (6,7% vs 1,8%), factor que tiene una incidencia determinante en sus ingresos promedios y medios.

De esta forma, intentar comparaciones genéricas entre ambos universos, resulta un ejercicio estadísticamente errado, porque no es mas que una expresión de las duras brechas salariales transversales por nivel educacional en nuestra sociedad. 

Incluso una comparación segmentada por nivel educacional, que por lo demás ajusta dramáticamente la supuesta brecha de 44%, resulta equívoca, ya que expresa la brecha salarial que existe entre los trabajadores que negocian colectivamente en Chile, como ocurre con los trabajadores públicos, respecto de quienes no pueden hacerlo por los desequilibrios que nuestra legislación laboral aún mantiene. 

Asimismo, se trata de un sector integrado por mujeres de forma mayoritaria, en que la brecha de ingresos por género (29,3% en desmedro de las mujeres para el total de ocupados) es menor a la media nacional, factor de mayor equidad salarial que distorsiona adicionalmente la comparación, y requiere ser ajustado para evitar naturalizar la discriminación salarial hacia las mujeres como parte del análisis. 

Los resultados de la ESI 2017, no nos hablan sobre supuestos altos sueldos públicos, sino que vienen a ratificar y a exponer de forma dramática las deudas que Chile mantiene en la construcción de trabajo decente. 

Los datos que expone debieran ser una alerta para poner el foco de las políticas públicas, más allá de creación de empleo, en la ampliación del trabajo formal y asalariado, en atención a los bajos ingresos y niveles de fragilidad que generan el trabajo por cuenta propia e informal.

Asimismo, ratifican la necesidad de continuar avanzando en la construcción de un Sistema de Educación público, gratuito y de calidad, con énfasis en la educación técnica, universitaria y de pos grado, como camino para incrementar los ingresos de los trabajadores y trabajadoras. Interpela a la sociedad respecto de la profunda inequidad salarial que sufren las mujeres trabajadoras y la incapacidad de la legislación vigente de hacer frente al problema. 

Finalmente, para quienes somos parte del Movimiento Sindical, pero sobre todo para los millones de trabajadores y trabajadoras de nuestro país que no están organizados, los datos debieran ser una convocatoria para persistir en la necesidad de ampliar la sindicalización y la negociación colectiva, como único camino para revertir la escandalosa inequidad en la distribución del ingreso, que continúa siendo la marca central de nuestro modelo de desarrollo, cuyo origen se encuentra en el mundo del trabajo y el desbalance de poder en su seno.

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