Oligarquía contra el Estado

Gonzalo Wielandt

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En Chile, la oligarquía ha asumido varias formas a la luz de la historia, desde los dueños de la tierra hasta la actual clase política, los intereses de la oligarquía pretenden validez por sobre los intereses del Estado y en consecuencia de la nación. La oligarquía se arroga una soberanía que no tiene, ignorando y menospreciando cualquier decisión y procedimiento democrático, acusando al pueblo soberano desde burgués a sujetos incapaces intelectualmente o que no entienden la realidad.

La oligarquía nunca ha pretendido respetar las normas cuando no le convienen, no es su costumbre, nunca pretenderá hacerlo, porque ejerce un poder que nadie le cuestiona públicamente. La oligarquía juega con el pueblo y los intereses nacionales, porque se arroga su representación, haciendo pasar los intereses de clase como los intereses de la patria. Así, sus intereses son lo que deben prevalecer. Esta oligarquía se atribuye, por lo tanto, el poder de cambiar las normas por las cuales se rige el pueblo de Chile, no sólo desconociendo el resultado del 4 de septiembre de 2022, sino que proponiendo una base institucional que niega la formación histórica del Estado de Chile como forjador de la nación, la que ya no sería depositaria de la soberanía. La oligarquía, por lo tanto, tendría, su primer logro de despojar de poder y de sentido a la nación chilena, disfrazando su engaño a través del concepto de que la soberanía reside en el pueblo, pueblo que termina siendo la propia oligarquía, ya que disgrega ese pueblo en diferencias étnicas y de género, subsumiéndolo ideológicamente a los intereses de la clase.

Aunque el rechazo del 4 de septiembre de 2022 fue total, nacional y popular y fue mayoría clara desde febrero sin necesidad del pronunciamiento de la oligarquía, no fue sorpresa que la oligarquía no reconociera los resultados del plebiscito, unos por miedo que después convirtieron en oportunismo, otros en cobardía y oportunismo desde un principio y otros porque son esencialmente antidemócratas. Ahora, sólo cabe preguntarse si el pueblo quien debe ejercer la soberanía nacional, demostrará su fuerza contra la oligarquía.