En la columna anterior quedaron aspectos pendientes, y dada la cercanía de las elecciones he querido profundizar algo más al decir que Piñera es "ese" Chile.
Piñera es ese Chile donde nos fuerzan a vivir abusos que no queremos, donde nos tensionan con los miedos que inventan, en que generan debates artificiales con encuestas falsas, y hasta nos hacen creer que al pensar diferente somos enemigos
Ese Chile donde nos quitaron nuestras jubilaciones para especular con ellas, la salud pasó a ser un privilegio, la educación es un bien de consumo u orientada a la producción de analfabetos comunitarios, tal como sucedió con la eliminación de la educación cívica, considerada como inútil en un error quizás no tan accidental, así nos mantienen ignorantes y ciegos.
Piñera es un Chile con resignación al fracaso, a conformarse con que nada puede cambiar, por decirlo de alguna forma en un vulgar sedentarismo intelectual y político. Para sentirse tranquilo en la zona de confort de la mediocridad, y morir siendo sometidos para el mal habido bienestar de algunos con leyes "truchas".
Es una imagen de un Chile que no es al azar, es una construcción de mucho tiempo de trabajo, de ir agrupando a un público ignorante y frívolo, haciendo que acumulen sólo frustraciones y alentándolos a la descalificación rápida e irresponsable.
Piñera es ese Chile donde la conversación es tan precaria, que la preocupación es invitar a votar, no el hecho de discutir el país que construiremos como comunidad, donde vivir, donde amar, donde ser felices, el país para quienes queremos
Ese Chile que avanza lento en dignidad, donde el cambiar los términos de obreros a empleados cuesta una enormidad, pero por lo menos se avanza y no porque él y los suyos lo quisieran.
Es el que quería mantener la aberración de los hijos ilegítimos versus los naturales, de mirar hacia el cielo y decir anulados en vez de divorciados, donde las mujeres debían morir en embarazos inviables.
Piñera es ese Chile ajeno, uraño, egoísta, de medias verdades, de ambigüedades, de traiciones, de impunidad, eso que nadie jamás debería vivir.
El 17 al igual como fue el 5 de octubre debemos decir no a esa cultura, no al todo vale. Piñera debe ser derrotado.
Y ojo el triunfo no tiene que ser sólo de Guiller, tiene de todos, en especial de las fuerzas progresistas unidas, es bueno recordar que siempre a la centro izquierda e izquierda le ha ido, y le irá bien estando unidos. Y no hay más.
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