Insuficiente, por decir lo menos, me parece el retiro de solo tres artículos de los vergonzosos reglamentos publicados por el Minsal y la Subdere. Ello, ante la abundancia de errores de forma y fondo, que evidencia falta de prolijidad y profesionalismo.
Es absurdo que uno de los documentos considere, entre otras cosas, que los ladridos y gruñidos son “conductas agresivas” de los perros, cuando corresponde a su comportamiento natural. Igual de absurdo es que se prohíba a los menores de edad pasear a sus mascotas, ya que deben ser supervisados por mayores de 18 años en los lugares públicos.
La tozudez persiste en estos reglamentos, manteniendo la exigencia de la esterilización temprana de las mascotas. No se consideran las complicaciones de salud que puede acarrear esta intervención antes de la madurez sexual.
Aún más, se exige tatuar una oreja cuando hayan pasado por este proceso, algo que, a todas luces, se contradice con el buen trato a los animales que busca promover la “Ley Cholito”, de hecho, el tatuaje está prácticamente eliminado en todos los clubes caninos del mundo.
Como médico veterinario y hombre dedicado a la protección y el bienestar de los animales, no puedo restarme de la discusión que existe en torno a estos deficientes reglamentos.
Espero que, dada la polémica por un trabajo que no se condice con el objetivo fundamental de la Ley, las autoridades se preocupen de recoger opiniones de expertos y realizar las urgentes y necesarias correcciones.
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