Mal interpretar lo que es la libertad puede ser riesgoso. El día que empecemos a entenderla como la capacidad de que todos hagan lo que quieran, vamos a estar muy mal. Confundirla con libertinaje, no sólo es un error, si no que puede ser un peligro para una sociedad.
Si entendemos la libertad como la capacidad de la conciencia para pensar y obrar según la propia voluntad de la persona ¿podemos decir que una autoridad pública puede ejercer todas sus responsabilidades y deberes de forma autónoma y libre si está vinculado a las drogas o al mundo de éstas? Yo sinceramente creo que no.
Si un diputado o un ministro, por ejemplo, es consumidor de drogas no puede ser legislador porque no es una persona que pueda tomar decisiones de manera libre. Un parlamentario siempre tiene que estar despejado de presiones en sus juicios. No debe estar sometido ni al jefe de partido, ni a un empresario que le diga cómo votar ni a un “dealer” que lo va a presionar.
Es por eso, que soy partidaria y autora de un proyecto de ley que obliga a las autoridades públicas a someterse a un test de drogas, como muchas empresas privadas lo requieren y los funcionarios públicos de manera aleatoria y obligatoria. Acá, además de un tema de libertad de juicio, estamos hablando de una igualdad ante la ley y nosotros, los parlamentarios, somos los que tenemos que predicar con el ejemplo.
Como dato a la causa, se han presentado 15 iniciativas de ley sobre este asunto, incluyendo una que presentamos el 2010 con el senador Francisco Chahuán para exigir el test de droga, y ninguna se ha tramitado. ¿Cómo el poder político no se da cuenta que hay que dar señales?
Claramente, estos son temas incómodos, pero los líderes estamos para hacernos cargo de estos.
Es por eso que creo que nosotros deberíamos dar una señal muy fuerte, porque dar señales no es algo irrelevante. Sin embargo, hay silencio y no podemos mantenernos indiferentes que las autoridades, que tenemos cargos de elección popular, mantengan silencio frente a este problema que nos tiene en el ojo del huracán.
¿Creo que hay que criminalizar a alguien que fuma marihuana ocasionalmente o frecuentemente por alguna enfermedad como la fibromialgia, canceres o neuropatías? No. ¿Me preocupa que se la consigan con un narcotraficante y quizá les vendan veneno? Sí.
No quiero que en mi región y en mi país el narcotráfico se siga tomando las calles y siga cobrando vidas.
Para eso, necesitamos autoridades libres y sin miedo, que legislen, ejecuten acorde a la realidad y que además den un mensaje de libertad e igualdad ante la ley a un país que hoy más que nunca lo necesita.
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