Un año de errores y promesas incumplidas

El primer año de Gobierno del Presidente Piñera destaca más por sus errores y promesas incumplidas que por sus realizaciones. Los proyectos anunciados han sido más una estrategia de difusión y propaganda que de efectividad. Muchos no se han presentado y otros han debido ser revisados por el parlamento y mejorados sustancialmente por los legisladores en las comisiones correspondientes.

La oposición siempre ha estado y estará disponible para dialogar. Sin embargo, para ello se requiere de una real disposición del Ejecutivo para alcanzar acuerdos.

Así ocurrió con Aula Segura, iniciativa legal completamente transformada en el Senado y también con la Hoja de Ruta sobre Seguridad Publica, adoptada de común acuerdo con el ministro del Interior, Andrés Chadwick. En tal contexto, el Gobierno debe asumir que está en minoría parlamentaria y que por tanto la ciudadanía le exige negociar y no imponer.

Este primer año también arroja un saldo negativo en materia regional. Ejemplo de aquello es que la región de Arica y Parinacota fue afectada con una reducción presupuestaria de más del 18%, cerca de 6 mil millones de pesos. Se rebajaron recursos sin sentido, dejando sin financiamiento para este año ámbitos como la educación, salud, vivienda y desarrollo social.

Por otro lado, la política de crecimiento económico inmediato - principal promesa  de la campaña presidencial del entonces candidato Piñera - ha encontrado en la gestión del primer año las mismas  dificultades que antes calificaban de excusas: el contexto internacional y el precio del cobre.

Lo concreto es que aumenta la cesantía y la proyección de crecimiento se acerca al 3,5%. Esta es un área que requiere mayor diálogo y voluntad de entendimiento.

En cuanto a las relaciones exteriores el balance es muy negativo. Muchas de las acciones impulsadas por el Gobierno de Piñera, se han llevado a cabo mirando las encuestas locales, rompiendo así con un principio básico de nuestra política internacional: actuar en la región y en el mundo, mirando el interés nacional, consolidando la política exterior como una política de Estado que va más allá de quien gobierna coyunturalmente.

En este sentido, la política implementada frente al dramático caso de Venezuela ha sido un  triste ejemplo. Hoy es más evidente que nunca que el episodio de Cúcuta, fue un ejercicio de pirotecnia sin efecto alguno, tal como lo será el proyecto Duque-Piñera sobre Prosur.

Durante este primer año la oposición en el Congreso ha podido concordar, en la acción cotidiana, una política común de rechazo a varias iniciativas gubernamentales.

Sin embargo, tenemos una tarea pendiente en materia de propuestas conjuntas que permitan establecer un diálogo común frente al gobierno y así poder enfrentar los temas de la agenda nacional que preocupan a la gran mayoría del país: la cuestión tributaria, la reforma previsional, la reforma al Tribunal Constitucional, la Ley Migratoria, la reforma a la Reforma Laboral, el reconocimiento constitucional y  la participación social y política de los pueblos originarios, y la gran transformación de las fuerzas de Orden y Seguridad Pública, entre otras.

Levantar propuestas colectivas permitirá evidenciar que somos una alternativa real al gobierno de restauración de la derecha chilena y podremos enfrentar de mejor manera las elecciones municipales y de Gobernadores que se avecinan.

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