La madrugada del 15 de noviembre del 2019, parlamentarios de todos los sectores, desbordados por la situación que atravesábamos, suscribieron el famoso “Acuerdo por la paz social y una nueva constitución” y olvidándose, supongo, que son la institución con menor índice de aprobación ciudadana (3.2 %, Activa Research), negociaron en nombre de todas y todos los chilenos bajo la misma lógica que los condujo a ese nivel de aprobación: de espaldas a la ciudadanía.
Hasta ahí y a pesar de la incómoda cara de la senadora Van Rysselberghe (UDI), todos parecían estar de acuerdo en la urgente necesidad de construir nuevas formas de relacionarnos con el poder, abriéndonos a un proceso constituyente que culminara con la aprobación de una Constitución Política democrática y de derechos.
Todo era novedoso, incluso para algunos, histórico; sin embargo, no pasó mucho tiempo para que sectores de RN y la UDI, sinceraran su postura y reconstruyeran el relato del orden y el progreso, dando inicio a la campaña que busca convencernos por la opción “rechazo”, bajo una serie de argumentos, a mi parecer, pueriles y sin sentido, que van desde un, “no ceder ante la violencia” - bandera levantada por Ena Von Baer y Cía, hasta un “rechazo propositivo y entusiasta”, proclamado por el diputado Diego Schalper, una de las caras más visibles del “rechazo” para el plebiscito de abril.
Sobre lo primero, no tengo dudas, ni Von Baer, ni el sector que representa, quieren ceder poder ni frente a la violencia, ni frente a la democracia, ni frente a la muerte, ni frente a la sequía, ni frente al hambre, ni frente a nada, pero ese “no argumento” por lo frustrante que sea, al menos es honesto.
La derecha más conservadora nos dice mirándonos a los ojos, “no vamos a ceder frente a nada nuestro poder” o, en palabras guzmanianas, “seguiremos protegiendo nuestra democracia en desmedro de los derechos del pueblo”.
Pero, ¿qué es eso del rechazo propositivo, proclamado públicamente por Schalper?
Según sus propias palabras, se trataría de “un rechazo que se haga cargo del malestar social, pero que no se hace cargo de la solución refundacional”.
Creo que es una pésima lectura de las demandas sociales, un discurso vacío que denota su fuerte ambición personal, pavimenta su carrera política y blinda los cimientos de un sistema que le ha propiciado durante toda su vida, la estabilidad necesaria para enfrentarla.
El diputado sabe muy bien, que sin la construcción de nuevos cimientos que se impongan frente a las estructuras institucionales que limitan la democracia, nadie puede responder frente a las demandas sociales actuales, salvo que se sigan subestimando.
Schalper, como todos los fervientes defensores de la Constitución del 80, entiende perfectamente que la vía reformista se agotó, o mejor dicho, la agotó la falta de voluntad de los sectores que hoy se oponen al cambio refundacional, pues con voluntad política, bien podríamos responder a las demandas sociales, desechando los limites institucionales y los dispositivos subjetivos de control que impiden solucionar satisfactoriamente las demandas por una sociedad más justa y de derechos.
La pregunta es si acaso el “entusiasmo” del joven Schalper, alcanza para pulir la Constitución vigente, disminuyendo, por ejemplo, los quórums altísimos para reformarla o eliminando las Leyes Orgánicas Constitucionales que regulan el funcionamiento del Tribunal Constitucional, el otorgamiento de concesiones mineras, la Ley General de Educación, o simplemente para satisfacer el “malestar social”…. la respuesta es univoca: no alcanza.
Mientras la voluntad de una minoría pueda imponerse frente al interés de la mayoría, la única vía para satisfacer el malestar social, es la refundacional.
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