Hay que derrotar la regresión neoliberal

El Presidente Boric, en su gira en Europa, expresó su preocupación por el aumento de la derecha ultraconservadora. En efecto, muy cerca de cumplirse 80 años desde el término de la Segunda Guerra Mundial reaparecen las fuerzas revanchistas, autoritarias y belicistas que provocaron esa confrontación que costó a la humanidad más de 60 millones de vidas y pérdidas materiales incalculables, económicas, sociales, medioambientales, imposibles de medir por su enorme envergadura.

Se trata de un debate político y de una reflexión histórica de la mayor importancia. El porvenir de la humanidad no debe estar en manos de los herederos políticos de quienes tuvieron la responsabilidad de provocar ese terrible descalabro.

En efecto, fuerzas como Alternativa para Alemania se inspiran en la ideología racista, autoritaria y populista de los nazis que derribaron las normas institucionales para aplastar la resistencia de las fuerzas populares, anexaron Austria, Bohemia y Moravia, así como ocuparon Polonia, antes de atacar Rusia y sacrificar tres generaciones de sus propios ciudadanos. Con otras caras reaparece el fascismo.

Los nazis eran portadores de una ideología profundamente clasista y elitista, basada en la aversión a los pobres, humildes, marginados y desprotegidos, por algo se consideraban la "raza superior" llamada en su "grandeza" a imponer su dominación a la humanidad en su conjunto. El trato horroroso a los prisioneros de todas las razas y condiciones en los campos de concentración, atormentándolos y extenuándolos en trabajos forzados hasta su total postración, expresaba esa ideología perversa que hacía apología de la nación alemana con el objetivo de impulsar el reclutamiento y la movilización de millones de jóvenes y, al mismo tiempo, el total desprecio de la vida de esos mismos millones de seres en los campos de batalla donde perecieron por centenares de miles.

A los nazis les importaba la megalomanía de sus jefes y no el futuro de la humanidad. No son casuales los sádicos abusos de una mentalidad pervertida como la de Paul Schäfer en Colonia Dignidad, donde se instaló una vez que huyó a Chile, cuando los nazis fueron derrotados, y no fueron los únicos nazis que llegaron a Chile, huyendo de sus crímenes y de su pasado aberrante.

El delirio de grandeza les llevó a cometer las peores monstruosidades. Por cierto, la atroz guerra de expansión de los años 40 en Europa, África y Asia, así como, el terrible genocidio contra los judíos, paradójicamente, el mismo afán de criminalidad ilimitada que, el Estado de Israel ejecuta hoy en contra del pueblo palestino en la Franja de Gaza.

La ultraderecha en el poder fue implacable, lo hicieron también en Chile, bajo la dictadura de Pinochet. En esa perversa mentalidad criminal está permitido mentir como práctica esencial de su conducta política, es lo que hace Kast cuando señala en respuesta al Presidente Boric: "Jamás hemos intentado derrocar a un Presidente, validando la violencia en las calles ni presentando querellas o acusaciones para destituirlo en Tribunales o en el Congreso...".

Nada de lo que dice es verdad, en septiembre de 1973 al Presidente Allende lo derrocaron luego de ejecutar un plan de desestabilización que incluyó violentas asonadas, enfrentamientos en las calles, acusaciones constitucionales en contra de sus ministros y un extenso paro patronal que desarticuló la producción y quebró la economía. La acción desestabilizadora también incluyó una asonada militar, el "tanquetazo", el 29 de junio de 1973, la incitación de la derecha era tan directa que el jefe del grupo de choque Patria y Libertad, Pablo Rodríguez, se asilo en la embajada de Ecuador para eludir a la justicia. Finalmente, aprobaron la resolución inconstitucional de la Cámara de Diputados en agosto, que fue el pretexto para el golpe militar y la proclamación de la junta militar, el 11 de septiembre de 1973.

La ultraderecha aplica la frase favorita del ministro de Propaganda de Hitler: "Miente, miente... que algo queda...". Los demócratas chilenos no debemos cruzarnos de brazos ante la ofensiva del conservadurismo clerical y de la ultraderecha política, el primer paso es unirse para enfrentarla y tomar conciencia que nos quieren dividir y cada día incitan aventuras que dispersan las fuerzas y fomentan la idea que la unidad es inviable.

No debemos caer en ese juego y provocar, involuntariamente, acciones que nos dividan. Hay que derrotar la regresión autoritaria que se prepara para acceder al poder en las elecciones presidenciales de fines de 2025. Un amplio bloque democrático puede asegurar el paso de una candidatura unitaria a la segunda vuelta y luego ganar esa batalla decisiva por el futuro social y político de Chile.

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