La elección de las y los gobernadores/as regionales coronó el proceso de descentralización política en Chile. Este hito histórico y político relevó la importancia que tienen los territorios, sus ciudadanos/as y sus necesidades en la toma de decisiones.
Chile cambió y así también lo hacen las distintas comunidades, empoderándose de sus procesos, exigiendo un nuevo trato con un centralismo asfixiante al que nos tiene acostumbrado la élite política y su administración. Sumado a esto, nuestras mujeres empujan por espacios de representación y por nuevas formas en el quehacer público.
Por eso es tan importante que por primera vez en la historia republicana del país hayamos tenido la oportunidad de elegir a la máxima autoridad regional de manera directa, acercar las decisiones a la ciudadanía nunca puede estar demás: nos invita a comprender e internalizar que el desarrollo de nuestro país sólo se produce en la medida en que los territorios tengan mayores oportunidades de desarrollo. Lo hemos señalado, "el lugar donde uno nace no puede determinar las oportunidades que tenemos en la vida".
Asimismo, la descentralización política no deja de ser difícil y expone lo egocentrista del Estado presidencialista, su exacerbado modelo unitario y la evidente crisis de representación.
Hoy estamos frente a una posibilidad única de empoderar a un nuevo actor/a en el panorama regional, que responda a las demandas de los menos escuchados, sin estar afecto a los vaivenes del gobierno central de turno o al imperativo partidario; un/a gobernador/a regional capaz de poner en evidencia las problemáticas regionales, por sobre las mezquindades particulares. Aquella persona que deja de mirar al centro, para mirar de frente a sus comunidades, respondiendo a ellas.
Desde ya se comienza a dar forma a un verdadero estado descentralizado, pero en tanto, debemos seguir profundizando las competencias administrativas de las autoridades regionales; pero también la anhelada Ley de Rentas Regionales, que permitan dotar de mayor autonomía financiera a los territorios, debemos dejar de depender sólo del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR). Además de suprimir a la brevedad posible la existencia de los delegados presidenciales, lo que significará un avance en el anhelo de descentralización efectiva.
Desde la Región de Aysén estamos avanzando además con una mirada de mujer, feminista y volcados a restablecer los vínculos con la ciudadanía, sumidos en mejorar el servicio público y la transparencia de la ejecución presupuestaria. Avanzando con todos, todas y todes en una mejor región para vivir.
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