Por qué Prosur es una mala idea

El gobierno del Presidente Sebastián Piñera ha decidido encabezar una propuesta para establecer un nuevo organismo regional sudamericano, denominado “Prosur”. 

Esta es una mala idea, por las razones explicitadas más abajo.

En primer lugar, Prosur busca reemplazar a la Unasur, organismo que cumplió un papel significativo en algunos momentos, pero venido a menos debido a los intentos de ideologizarlo por parte de la Venezuela de Nicolás Maduro y aliados como la Bolivia de Evo Morales y Ecuador bajo Rafael Correa, además del criterio del consenso para las decisiones, todo lo cual contribuyó a su parálisis política.

Sin embargo, se pretende crear Prosur cuando Unasur no ha dejado de existir y todavía hay materias administrativas e institucionales por resolver para ponerle fin.

Mas aún, algunos países insisten en su permanencia, con lo cual podría generarse un escenario donde Unasur no acabe y se esté creando un organismo para reemplazarla. Lo peor sería establecer una nueva entidad cuando la que se busca sustituir sigue funcionando, aunque sea a medias.

Segundo, las señales originales del establecimiento de Prosur sugieren una intención de darle un perfil ideológico. La convocatoria inicial de Chile y Colombia, así como su origen en el contexto de la crisis de Venezuela, así lo sugieren. Organismos creados por coincidencias ideológicas entre gobiernos suelen tener corta vida, pues son dejados de lado tan pronto cambia la orientación ideológica de los gobiernos de los países integrantes.

Tercero, hay confusión en la convocatoria. El nuevo organismo incluiría sólo a países respetuosos de la democracia y los derechos humanos. Pero la invitación contempla al gobierno boliviano de Evo Morales denunciado por serias transgresiones al estado de derecho internamente y a nivel internacional.

Igualmente, resulta al menos curiosa la invitación al gobierno de Surinam encabezado por Dési Bouterse, severamente cuestionado por su pasado golpista y condenado en ausencia por serios crímenes en tribunales holandeses.

Y la confusión aumenta con la exclusión original de Venezuela a la constitución del organismo, lo cual implicaba un reconocimiento tácito a Maduro, seguida de una invitación a Juan Guaidó, lo cual podría ser visto con distancia por otros de los invitados.

Cuarto, Prosur agregará más burocracia a una ya frondosa institucionalidad de organismos regionales. Aunque desde el gobierno se diga que Prosur no será burocrática, la experiencia indica que si lo será; hay que esperar reuniones de altos funcionarios, ministros, cumbres presidenciales, eventuales contribuciones financieras, secretarías pro tempore, etc.

Y si se pretende, como ha sido anunciado, impulsar la integración en materia de infraestructura, energía, salud, prevención de catástrofes, seguridad y otras, necesariamente se crearán instancias institucionales adicionales dependientes. 

Es decir, no basta con referirse al nuevo organismo como un “foro” para que carezca de burocracia y no sea un nuevo actor en la ya espesa maraña de organizaciones regionales.

Y si los Presidentes sudamericanos no se reúnen hace varios años, no se necesita crear un organismo regional para juntarlos. La excusa de que Prosur se justificaría por la ausencia de reuniones de los presidentes, no se sostiene.

En suma, los organismos internacionales deben ser establecidos mirando al largo plazo, de manera inclusiva, con visión de Estado. Mucho más práctico sería potenciar mecanismos informales y ágiles de consulta y coordinación regional, como el Grupo de Lima en el ámbito político y la Alianza del Pacífico, coordinada con el Mercosur, en el ámbito económico.

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