El movimiento ultraconservador antiabortista Por la vida, liderado por iglesias, plantea que la célula humana está viva desde la misma fecundación del óvulo por el espermatozoide y que, por ello, el aborto es un asesinato. Respetando en toda su dimensión, no faltaría más, esta visión de las iglesias y sus movimientos sociales en torno al aborto, institucionalmente Chile es un Estado aconfesional, no laico, que excluye la religión en espacios públicos, como en Francia. Por lo tanto, el debate sobre el aborto debe basarse también en verificaciones científicas ya consolidadas y no sólo en postulados teológicos.
Así pues, la evidencia científica nos demuestra que toda célula con el genoma humano completo puede seguir viva fuera del organismo, como sucede, por ejemplo, con un órgano que será trasplantado o con la fertilización in vitro. Es más, la extirpación de un órgano canceroso, que posee miles de millones de células vivas con el genoma humano completo, siguiendo el postulado religioso sobre el aborto, sería asesinar a millones de miles de seres humanos; o el trasplante de un órgano sería injertar miles de millones de seres humanos vivos a otro cuerpo con miles de millones de seres humanos vivos.
Dicho esto, el cigoto o embrión desde el primer momento es una célula viva con el genoma humano completo, pero científicamente no es un ser humano, lo es cuando el sistema nervioso y la corteza cerebral están desarrollados y, por lo tanto, es capaz -y está consciente- de percibir estímulos sensoriales. Antes de esto es un organismo multicelular con el genoma humano completo que está vivo, pero no es aún un ser humano.
Basándome en los formidables avances científicos de los últimos 40 años en el análisis del desarrollo del embrión, en especial el aporte de la neurobiología y la lectura completa del genoma humano, a continuación, resumo muy escuetamente por razones de espacio, las características en el desarrollo del embrión humano desde la 1ª hasta la 30ª semana del embarazo. Esta pequeña ilustración se hace como verificación científica de lo arriba expuesto.
Como conclusión, se puede afirmar científicamente que, a) el feto humano no presenta reacciones a estímulos sistemáticos inducidos antes de la semana 22-24 del embarazo. No obstante, estas reacciones no son conscientes ya que carece de percepción y sensibilidad para sentir dolor y/o gozo, porque no ha desarrollado las estructuras, conexiones y funciones del sistema nervioso y, lo determinante, carece de corteza cerebral completa hasta la semana 27-30, órgano éste indispensable para ser considerado un ser humano; antes de eso la ciencia ha verificado que es un órgano multicelular con vida, pero no un ser humano, y b) la ciencia considera, consiguientemente, que el status de ser humano se alcanza cuando el sistema nervioso y la corteza cerebral están formadas y en condiciones de adquirir autonomía sensorial y consciencia de los estímulos, y esto se produce en las semanas 28 a la 30.
No obstante, y ya cuando es un ser humano aún en el vientre por estar ya dotado de corteza cerebral y sistema nervioso completos, se convierte plenamente en ser humano con estatus jurídico cuando el feto alcanza la autonomía fisiológica al nacer, y que es cuando abandona la dependencia del aporte nutricional y hormonal de la madre: en el mismo momento de nacer se convierte en persona natural jurídica con todos los derechos humanos de todos los individuos de la especie humana. Es ya autónomo.
A partir de lo expuesto aquí ¿el debate sobre el aborto se puede fundar entre los que plantean defender la vida y los que, según éstos, la asesinan? ¿Hay alguien que quiera asesinar en algún momento del embarazo al (supuesto) embrión-ser humano? Esta acusación brutal -una construcción social y argumental creada por las iglesias que no tiene más de 200 años- hace impracticable un debate eficaz que solucione este gravísimo problema sanitario y de derechos civiles y humanos de la mujer: el debate sobre el aborto es mucho más que (sólo) uno teológico. Porque los datos duros son éstos: Se calcula que se practican hasta 280 mil abortos ilegales en Chile, al año. Esta masiva y maciza ilegalidad refleja, además, una desigualdad social endémica en Chile, porque las mujeres ricas abortan en clínicas privadas (clandestinamente o simulando una enfermedad) o en el extranjero sin exponer su salud; mientras las mujeres pobres la arriesgan, muchas veces con sus vidas, por abortar en condiciones sanitarias insalubres y, la mayoría de las veces, paupérrimas.
El aborto legal, en todas sus formas, en los países desarrollados donde se practica, no es para nadie una imposición ni menos una obligación, sino un recurso sanitario necesario y un derecho civil y humano de las mujeres que lo usa porque lo cree, a consciencia, necesario. Obviamente, las mujeres religiosas pueden abstenerse si piensan que el aborto atenta contra su fe, pero un estado plenamente democrático no puede coartar las libertades individuales, en este caso esencialísimo, elegir abortar.
Por último, habría que subrayar que ha sido sintomático que la ortodoxia religiosa, acompañada siempre de las fuerzas ultra conservadoras, se ha opuesto al divorcio, a la pastilla del día después, a la relación de pareja de hecho, y/o al matrimonio entre parejas del mismo sexo y, por supuesto, al aborto; en rigor, todos derechos civiles, sanitarios y humanos. Es lo que historia de los países desarrollados nos puede enseñar; estos países ya superaron estos debates, sobre todo el del aborto en todas sus formas, que es legal desde hace ya décadas, pero después de superar la obstinada oposición de las Iglesias y de las fuerzas ultra conservadoras, basándose en las conclusiones científicas expuestas en este artículo. La perspectiva científica es básica para el debate que, en Chile y gran parte de Latinoamérica, está aún secuestrado sólo por el postulado teológico*.
* Para la elaboración de este artículo se han usado, entre otros, los siguientes estudios: 1) J.K Mai, K.W.S. Ashwell Fetal Development of the Central Nervous System. In: The Human Nervous System. (G.Paxinos, J.K. eds.), pp. 49-94. Elsevier, Amsterdam, Holland. 2004. 2) R.R. Clancy, A.G.C. Bergqvist, D.J.Dlugos. Neonatal encephalography. In: Current Practice of Clinical Encephalography, 3ra ed. (J.S. Ebersole, T.A. Pedley, eds.), pp. 160-234. Lippincott. Philadelphia, USA, 2003. 3) Ricardo Tapia, La formación de la persona durante el desarrollo intrauterino, desde el punto de vista de la neurobiología. Instituto de fisiología celular de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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