La Enfermería profesional en Chile aún no ha cumplido un siglo de desarrollo y, a pesar de ello, ha estado sujeta a cambios trascendentales, dependientes del contexto social, político y económico de nuestro país. Muchos de estos cambios produjeron que, sólo en los últimos 10 años, estudiar la carrera resultara muy atrayente para miles de jóvenes licenciados de enseñanza media interesados en el área de la salud humana, por dos razones principalmente: alta y rápida empleabilidad, y por un exitoso retorno de inversión.
A su vez, también fue un nicho para que muchas universidades abrieran la academia hacia esta carrera, cuadruplicando la cifra de profesionales titulados entre el 2011 y el 2017.
Sin embargo, con profundo pesar, hemos llegado de forma vertiginosa a una saturación del mercado laboral, donde por cada cargo ofrecido pueden postular hasta 440 enfermeras (os).
Con 45.000 profesionales inscritos en la Superintendencia de Salud, cerca de 130 programas de estudio y un promedio de 5.000 titulados por año, a simple vista el panorama es ominoso y se creería que la cantidad de profesionales supera con creces la necesidad de cuidados socio sanitarios del país.
Pero, la realidad es otra. A pesar de que tenemos una bondadosa cantidad de enfermeras (os), sorpresa, seguimos faltando muchos más.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomienda tener 9 profesionales por cada 1.000 habitantes. Con los 2,1 que tiene en la actualidad, Chile ni se acerca a este parámetro.
Por cierto, mucho del cuidado y de la terapéutica que están recibiendo los pacientes en la red de salud continúa otorgándose por otros profesionales o técnicos, sin mayor cuestionamiento por parte de las autoridades.
Sin intención de criticar sus competencias, hemos sido históricamente espectadores negligentes de cómo otros ejecutan actividades de cuidado de enfermería profesional, validando la idea de que nuestro trabajo es reemplazable y que la necesidad de más y mejores profesionales enfermeros no tiene prioridad.
Un país con un número adecuado de recurso humano sanitario tiene mejores niveles de salud, y una mejor calidad y acceso a la atención.
Además, es un indicador de cómo, desde la figura de Estado, se administran los recursos de dicho sector. Si el 60% del Producto Interno Bruto (PIB) en salud se destina al pago de remuneraciones de funcionarios, y el 70% de los servicios de salud entregados a nivel hospitalario son de Enfermería, ¿estima usted cuál es el capital que movilizan estos profesionales?
Con el desarrollo de la enfermería profesional han mejorado muchos indicadores sanitarios, desde la disminución de los riesgos asociados a la hospitalización hasta la mejora en la compensación de patologías crónicas y la adherencia a tratamientos, pasando por la mejora de la calidad de la atención.
La defensa del rol profesional de Enfermería no ha tenido eco en la autoridad de salud, y viene a exigir una respuesta a la deuda histórica con el gremio. Pero lo más importante, es que se defiende el derecho de la población a recibir cuidados del profesional más idóneo para hacerlo.
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