Un paciente acude a un examen médico preventivo. Usualmente la conversación será en torno a la necesidad de ciertos exámenes, como una mamografía, una colonoscopía o quizás un control de presión arterial. La mayoría de las veces, sin embargo, temas extremadamente relevantes para la salud quedarán fuera de la conversación, como una especie de tabú. Muchos de esos temas son, paradójicamente, los más relevantes. Entre ellos las conductas sexuales de riesgo, el uso de drogas, pero también el mayor tabú de todos: las deudas personales.
La deuda es algo de lo que no se habla públicamente. Preferimos hablar de política, de religión o de nuestra orientación sexual antes de conversar públicamente acerca de cuánto dinero debemos. Sin embargo, la deuda se relaciona muy estrechamente con la salud en un camino de ida y vuelta.
Por un lado, las personas con elevados niveles de deudas personales experimentan un deterioro en su salud mental y física. Una particular fuente de problemas de salud mental son las deudas no garantizadas con un bien, como las deudas asociadas a bienes de consumo (a diferencia de las deudas asociadas por ejemplo a la compra de una casa), o las deudas asociadas a créditos con tasas extremadamente altas, como sucede con los créditos de ciertas casas comerciales.
La deuda actúa como un estresor, que aumenta niveles de estrés en general, modificando variables biológicas que se asocian a más enfermedades, como la presión arterial. Al mismo tiempo, la deuda reduce el ingreso o tiempo disponible para actividades positivas para la salud, como el ejercicio o las vacaciones. La deuda incentiva además otras actividades perjudiciales para la salud, como fumar o tomar alcohol, que frecuentemente se usan como un elemento para enfrentar situaciones de elevado estrés.
Por otra parte, problemas de salud pueden generar mayor endeudamiento, por la necesidad de pagar medicamentos o tratamientos no cubiertos por los seguros y por la necesidad de recuperar ingresos perdidos por no poder trabajar, que no siempre se obtienen a través de la licencia médica, especialmente en trabajadores donde gran parte de su ingreso es variable.
¿Cómo saber si una deuda puede empezar a ser un problema de salud? Un indicador muy relevante es el porcentaje del sueldo que se destina a pagar la deuda. Sobre el 40% y especialmente si sobre el 50% del sueldo se destina a pagar una deuda, se considera una elevada carga financiera. Según datos de la Comisión para el Mercado Financiero, se estima que 20% de los deudores en Chile tiene un elevado nivel de endeudamiento.
¿Qué podemos hacer? El origen de la deuda suele ser multifactorial. Efectivamente existen personas que se endeudan por problemas de salud. De hecho, Chile es el tercer país de la OECD con mayor gasto de bolsillo en salud, es decir gasto que no es cubierto por los seguros de salud y que, por su naturaleza imprevista asociada a una enfermedad, suele ser financiado con deuda. Mejorar coberturas en medicamentos, entregar aseguramiento efectivo en salud mental (que frecuentemente termina siendo pagada del bolsillo de los pacientes) y aumentar coberturas para cuidados de pacientes crónicos en domicilio (una fuente creciente de gasto para muchas familias), pueden ser políticas claves.
A nivel de los profesionales de salud, es necesario ser más conscientes respecto al costo de lo que prescribimos, desde medicamentos a terapias, entendiendo que un gasto excesivo en mejorar una enfermedad puede llevar al paciente a otros problemas de salud igualmente graves.
Existe también un elemento personal. Algunas deudas son inevitables, especialmente las asociadas a salud. Otras en tanto, pueden deberse a factores como no llevar un presupuesto, comprar bienes de consumo a crédito sin conocer realmente el costo total a pagar, o no tener claridad respecto a cuanto se debe (lo cual lleva a gastar más de lo que realmente se puede). En este lugar entra la educación financiera. Algunos libros esenciales para educación financiera como "La bolsa o la Vida", de Vicky Robin; o la "Psicología del Dinero", de Morgan Housel, pueden ser un primer paso para cambiar.
Finalmente, en un período del año donde se promueve la compra de diversos bienes de consumo, que supuestamente nos llevaran a un estado de mayor felicidad, quizás es importante pensar dos veces antes de gastar. Si esas compras se hacen con deuda, no necesariamente nos llevaran a un mayor nivel de bienestar. Por el contrario, mayores niveles de endeudamiento parecen empeorar globalmente nuestra salud. Así, quizás el mejor deseo y propósito para el 2024, es simplemente, que sea un año con menos deudas que el anterior.
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