La llegada de mi pequeña Camilita debía ser lo más hermoso de mi vida, pero prontamente se transformó en una horrible pesadilla que amenazó mi vida y me separó de mi pequeña hijita. Pero, no soy la única que haya pasado por un episodio tan horroroso como este. Luego de mi recuperación, muchas mujeres me escribieron no solo empatizando con lo ocurrido, sino también contándome que habían sufrido algo similar.
Las cesáreas son a una operación quirúrgica cuya implementación sólo es necesaria en caso de emergencia. Sin embargo, debido al incentivo económico detrás de esta intervención, se hace caso omiso a los estándares de salud. La violencia obstétrica pareciese reforzarse con esta epidemia de cesáreas que no se justifican con razones sanitarias.
En nuestro país, según cifras del Minsal, la tasa de cesáreas en los hospitales públicos llega al 49%, mientras que en privados se registran 73%, ignorando las recomendaciones de organismos internacionales como la OMS, que establece una tasa de 15%.
En Chile, nueve de las 16 regiones del país muestran más de 50% de cesáreas para el total de partos atendidos, siendo una realidad espantosa, sobre todo considerando que la gran mayoría recibe financiamiento público para sus hospitales por medio de la modalidad PAD. En donde el 75% del costo de este bono lo costea Fonasa, dando paso a un traspaso descomunal de recursos del sector público al privado.
Relativizar el riesgo de las cesáreas es algo que nos hace retroceder en materias de derechos de la mujer y de salud. Estas tienen tres veces más riesgo de mortalidad o enfermedad materna grave que los partos normales. Es un daño enorme para todas las mujeres de nuestro país, y también para las futuras generaciones que se pueden ver afectadas por la prevalencia de enfermedades relacionadas al sistema inmune.
No estamos hablando de pequeños riesgos, estamos hablando de una intervención que requiere cuidados, medicamentos y un proceso de recuperación postoperatorio que no queda exento de infecciones que pueden causar la muerte.
Realizar una cesárea sin motivos de peso es violencia obstétrica. Esto no es nuevo, las mujeres en nuestro país la han padecido por años, pero por muchas de ellas no son reconocidas, ya que estas prácticas, lamentablemente, son normalizadas, principalmente en el sistema de salud público.
La autoridad sanitaria hoy no está haciendo nada por revertir estas cifras que cuadriplican lo recomendado por la OMS. Si estas cifras no inducen un debate urgente ¿qué más tiene que pasar para hacerlo?
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