Fin de la lactancia y recuperación de la autoestima

Ser madre biológica significa mucho más que traer una vida. Es también un transitar de nueve meses en un cuerpo que cambia y, por tanto, altera la autoimagen y autoestima también. Al proceso de gestar se suma un gran desafío para muchas: la lactancia. Un número importante de mujeres que han decidido alimentar a sus hijos con leche materna debe pasar por un proceso de adaptación, el cual, en muchos casos, implica un dolor físico importante, así como una muestra de profundo amor y apego en uno de los momentos más íntimos en el desarrollo de su hija o hijo.

¿Cuánto es el tiempo adecuado de lactancia? Es una decisión de cada mujer, muy personal, donde es mejor no opinar.

Ahora bien, una vez terminado el proceso de lactancia del o los hijos que se tengan, llega el momento en que las madres vuelven a mirar su cuerpo, el cuál es muy distinto a lo que recordaban, afectando en muchos casos su autoestima, con senos caídos y vacíos, piel suelta, entre otros impactos naturales. Muchas llegan con esa frustración a mi consulta, donde exponen que quieren recuperar lo que se fue en el hermoso proceso de la maternidad. Frases como "me veo muy mal", "ahora tengo pasas ", "yo no era así ", "a quien le voy a gustar, "estoy desarmada" o "ya no relleno mi sostén" son lamentablemente muy comunes dentro de una conversación con los cirujanos plásticos, quienes debemos contener y escuchar, apoyando en el proceso de recuperación del amor propio de cada madre, madres que incluso han dejado de mirarse al espejo.

Hay estudios que muestran que muchas pacientes están incómodas con sus cuerpos, afectando su autopercepción, su sexualidad y la forma de relacionarse con su pareja. Todo esto también es parte del tránsito en el camino de reencontrar esa antigua mujer en la nueva madre, algo que por cierto jamás han perdido, pero que sienten, deben recuperar.

Una realidad transversal en todas las edades y que requiere apoyo, trabajo, acompañamiento, reconocimiento y muchas veces una cirugía, no como la solución, sino como un hito quirúrgico, un punto de partida al reencuentro de la nueva mujer.

En esta columna no hay más pretensión que reconocer a cada madre por su entrega, sacrificio, demostración de amor a la vida y también ayudar a dar un aliento, recordándoles que no han perdido, solo ganado.

Los seres humanos no valemos por cómo nos vemos. Quererse, valorarse, sentirse plena también es un trabajo permanente, emocional y psicológico en el cual cada madre debe trabajar para aceptar los cambios y amarse desde lo más profundo. Ese amor propio no depende jamás de un bisturí.

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