Nos toca a nosotras, las mujeres, ser las primeras en encarnar la trascendencia al "machismo" al "patriarcado", a la exacerbación de las cualidades masculinas como superiores a las femeninas. No hace falta, para nada, que pasemos de dominadas a dominadoras, de oprimidas a opresoras, de excluidas a excluyentes.
Nos toca a nosotras mismas reconciliarnos, valorar y conocer más profundamente aquellas cualidades propias de la biología del cuerpo de mujer que encarnamos, que nos vienen dadas de natural en el femenino. Intuitivas, receptivas, tendientes al amor compasivo, al servicio y la acogida.
Nos toca a nosotras reconocer lo indispensable que son esas cualidades finas, sutiles, capaces de amar incondicionalmente, capaces de anhelar el bien común por sobre el particular, capaces de acoger al ignorante, al que se equivoca, al supuesto malo, al que tras su maldad se esconde el miedo, el vacío, la insatisfacción.
Estamos en plena crisis del modelo que le ha impuesto a lo masculino un valor que le pesa y daña, su desmoronamiento nos zangolotea o afecta todos, más allá de que se viva en la ilusión de control o poder superior frente a la incertidumbre que acecha como promesa en medio del caos. Y a nosotras nos toca hacernos cargo de salir de la sintonía individualista, competitiva, impositiva, avasalladora, en la relación con nosotras mismas y con el resto.
Ha llegado la hora de amarnos, de acogernos, respetarnos, conocernos, mirarnos, sanarnos, elevarnos a nosotras mismas. Ya no necesitamos a un otro para completarnos y recién poder ser felices. Nosotras completas, en estado de felicidad, dispuestas a encontrarnos, a relacionarnos con otras personas también completas, para acompañarnos y potenciarnos.
Ha llegado la hora de amar incondicionalmente a todos y el todo, y de protagonizar sin más, la inclusión de las cualidades femeninas en la convivencia social. Sin solidaridad, sin compasión, sin mirada trascendente receptiva que acoge, no será posible trascender la tensión social que día a día aumenta, frente a las tan variadas manifestaciones del absurdo y obscuro modo instalado en las mentes de quienes hoy pretenden seguir siendo quienes lideran el devenir social de tantos territorios organizados como naciones.
Sin conciencia de unidad, sin conciencia de la imposibilidad del bienestar particular si existe otro que sufre a mi lado, difícilmente superaremos esta crisis, y los ánimos se seguirán agitando, y ya sabemos lo que pasa cuando no hay un cauce justo para esa combustión de energía que genera la frustración y el abuso.
A nosotras nos toca encontrar nuevas maneras, ocupando nuestro justo lugar, sin imitar las maneras ya fracasadas, descubriendo las nuestras propias. A nosotras nos toca afirmar la nueva era, la que se fundamenta en los más elevados principios del amor y la compasión, bienvenidos todos a experimentar y aportar a tal vibración.
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