Juzgue usted

Nicolás Vial
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Jorge llegó a la Penitenciaria de Santiago a cumplir una condena de cuatro años por tráfico de drogas.

La Fundación Paternitas, conforme a su misión, se acercó a este colombiano en el espíritu de acogerlo y acompañarlo.

Sabemos lo difícil que es para los extranjeros estar privados de libertad en país extraño. Se fue dando una relación positiva, se advirtió en él capacidades, disposiciones y voluntad de cambio.

Al tiempo, Jorge tuvo una buena noticia. Producto de su buena conducta, de la participación en programas de talleres psicosociales, valóricos y de responsabilidad ciudadana gozó de sustitución de condena, quedando con una medida condicional en el medio libre más una deuda monetaria que debía pagar al Estado.

La condena, en todos sus términos, la pagó entre los años 1998 y 2008. Al salir en libertad la Fundación le abrió las puertas y le encargó dirigir un centro de rehabilitación para ex delincuentes y drogodependientes que deseábamos iniciar.

El tesón, la generosidad, la constancia, el sacrificio, la fidelidad y el esfuerzo ejemplar desplegado por Jorge hizo posible que el centro señalado viera la luz prontamente.

Además de trabajar con nosotros, buscó la manera de estudiar, de modo de especializarse en el tema terapéutico y convertirse en uno de los más excelentes monitores en rehabilitación de la delincuencia, siendo reconocido por autoridades e instituciones del sector.

Con el correr del tiempo, y gracias a su experticia, fue requerido por una institución dedicada al trabajo de rehabilitación al interior de las cárceles juveniles, realizando su tarea, de manera sobresaliente y con la debida admiración de sus jefes y particularmente por quienes fueron atendidos y apoyados por su gestión.

Actualmente es titulado de Técnico en Rehabilitación de Drogas, Diplomado en Procesos de Adicciones a Drogas y egresado de Psicología Social y Alumno Tesista.

Lamentablemente, la ley penal contempla que los extranjeros que cometieron delitos y cumplieron sus penas deben ser expulsados del país.

Hemos hecho ingentes esfuerzos para que esa medida quede sin efecto; no lo hemos logrado.

Creemos, además, que Jorge tiene méritos suficientes para que se le otorgue, por gracia, la ciudadanía chilena.

Pesa sobre él, a pesar del cambio alcanzado, la conversión personal y espiritual y todo el servicio prestado y el bien realizado, su pasado que como cruel fantasma se le enrostra y se le denuncia como si fuera la única realidad de toda su vida.

Me avergüenza que aún no seamos capaces de aceptar el triunfo del bien sobre el mal; de reconocer que el presente nuevo y desbordado le ganó al ayer y que el canto fuerte de la esperanza y la evidencia tangible no pueda todavía, en algunas personas, desarmar al corazón de la arrogancia y de la soberbia.

Jorge espera un milagro, sus hijos y esposa también. El amor triunfó sobre la degradación y la violencia.

Jorge ha estado con nosotros, de distintas formas, desde el año 1998 hasta ahora. Ha trabajado en rehabilitación con muchas personas, su ejemplo arrastra, invita y motiva.

El desatino dio paso a la justicia y al servicio abnegado al prójimo. ¿Está usted de acuerdo con lo que esperamos y pedimos? Juzgue usted.

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