La idea de que Chile albergue unos Juegos Olímpicos, uno de los eventos deportivos más grandes y prestigiosos del mundo, ha sido un sueño compartido por muchos en nuestro país. Tras la experiencia de los Juegos Olímpicos de París 2024, así como al esfuerzo del Comité Olímpico de Chile, del Ministerio de Deporte, de las federaciones y de los clubes deportivos del país, anhelamos que este sueño pueda convertirse en realidad.
El deporte en Chile ha experimentado un crecimiento notable en las últimas décadas. Desde el aumento en la inversión en infraestructura deportiva hasta el alcance de importantes resultados de nuestros atletas en competencias internacionales, se ha forjado una base sólida que podría sustentar un evento de la envergadura de unos Juegos Olímpicos.
Luego de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023, el país se posicionó como un importante escenario para recibir competencias internacionales en distintas disciplinas. Esta capacidad no sólo queda demostrada con la confirmación de que Chile será sede del Mundial de la FIFA Sub 20 o del principal torneo de básquetbol femenino del continente, la Americup, sino también con el reciente anuncio del Ministerio de Deporte de que el país organizará los Juegos Parapanamericanos Juveniles 2025.
Ahora bien, el impacto positivo de ser sede de unos Juegos Olímpicos no se limitaría solo al ámbito deportivo. La celebración de este evento podría ser un catalizador para el desarrollo económico y social del país. Los Juegos Olímpicos requieren inversiones significativas en infraestructura, transporte y servicios, lo que podría impactar positivamente a nuestras ciudades y regiones. Además, la exposición internacional que Chile obtendría al albergar un evento de esta magnitud podría atraer inversiones extranjeras, impulsar el turismo y fortalecer nuestra imagen a nivel global.
Igualmente, no podemos ignorar los desafíos que implica organizar unos Juegos Olímpicos. La inversión necesaria es considerable, y la historia ha mostrado que no todos los países que han sido sede han logrado obtener un retorno positivo. Las experiencias de ciudades como Atenas en 2004 o Río de Janeiro en 2016 nos recuerdan algunos riesgos económicos asociados a la organización de este evento. Los costos de construcción de instalaciones deportivas, la mejora de la infraestructura y los gastos operativos pueden ser astronómicos, y en algunos casos, los beneficios económicos esperados no se materializan.
Para que Chile pueda avanzar en este sueño olímpico de Santiago 2036, anunciado por el Presidente Gabriel Boric en su última Cuenta Pública, es crucial que haya un consenso nacional sobre los beneficios y riesgos de ser sede. Esto requiere una discusión abierta y transparente, en la que se escuchen todas las voces, desde los ciudadanos hasta los especialistas en economía, medioambiente y deporte.
Chile debe evaluar todos los aspectos de una posible candidatura olímpica. Esto incluye no solo los beneficios potenciales, sino también los riesgos y desafíos. Si logramos construir una candidatura sólida, basada en la sostenibilidad, la eficiencia económica y el apoyo ciudadano, el sueño olímpico del país podría convertirse en una realidad.
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